Salvador Reza
Phoenix, Aztlán
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(Donde vive el espíritu de la verdad)
Solo basta ver miles y miles de padres y madres acompañados con un niño de dos o tres años cruzando el alambre de púas por abajo de un hoyo, para percatarse de que el conflicto ha llegado a proporciones catastróficas y épicas. Las catástrofes de migraciones forzadas modernas son tan trágicas como la de los Cherokee forzados de su territorio ancestral a las planicies de Oklahoma, los Yaqui Rebeldes marchados hasta Yucatán por Don Porfirio Díaz por razones muy similares, con el solo propósito de apoderarse de las tierras y los recursos de la madre tierra que yacían bajo sus pies.
El impacto humano del conflicto social, económico, y politico global se mide en las migraciones y desplazamientos de las comunidades milenarias que habían resistido desde la colonización europea, el neocolonialismo después de las guerras de independencia, el neoliberalismo; y ahora se desintegran pueblos enteros con la embestida neoliberal. A nivel mundial, de la misma manera que en las guerras mundiales se reorganiza el reparto y la administración de los recursos globales por el desorden mundial corporativo que implanta en algunos casos gobiernos de derecha como en el caso de Brasil, y en otros gobiernos de izquierda cono es el caso mexicano, las etiquetas políticas salen sobrando. Lo que importa es acceder al petróleo, minerales, bosques, y tierras fértiles para Monsanto, Nestle, Starbucks, que controlan los mercados de café, verduras, carnes, etc.
Para las corporaciones igual desplazan los agricultores de Iowa y Nebraska, que a los agricultores de Mexico, Brasil, o Centro América. Todo depende de las necesidades corporativas en el mercado global. Monsanto no pierde si Donald Trump sube las tarifas de importaciones mexicanas del tomate. Tampoco pierde cuando China deja de comprar soya de Estados Unidos. Pierden los agricultores, pero Monsanto no. Ellos simplemente acaparan otros mercados más baratos que remplacen el que se perdió por conflictos laborales, políticos, o económicos. Hay veces que pierden el mercado en una region por catástrofes climáticos pero al no estar atados a un país simplemente minimizan sus pérdidas económicas aun si destruyen pueblos, comunidades, vidas.
Si no ampliamos nuestra mirada simplemente reaccionaremos a la crisis. Pensaremos que eligiendo a un Andrés Manuel Lopez Obrador, a un Nicolás Maduro de la izquierda, o eligiendo localmente a un candidato con credenciales de activista cambiaremos nuestra realidad. ¿Acaso no nos damos cuenta que esos candidatos son y serán manipulados por los intereses corporativos que financiaron sus campañas? ¿Acaso no sabemos que serán manipulados por actores a nivel local como la industria de la construcción y a nivel mundial como la industria del cemento o del fierro, o del petróleo? Al final de cuentas son esos intereses que financiaron campañas o los que manejan la banca mundial que permite o no la solvencia económica y política de los candidatos desde Estados Unidos hasta China. “O cabresteas o te horcas”, decían en el rancho.
Dentro de los sistemas corporativos neoliberales no hay salida. La única salida a largo plazo es crear sistemas paralelos de poder como lo hacen los Zapatistas, lo hace Cheran, lo hacen las comunidades Boliviarianas que hasta hoy han prevenido el golpe de estado en Venezuela. A nivel local humildemente seguimos como comités de barrios y cooperativas independientes.