Los terremotos en California revivieron los antiguos temores del “Big One” (Grande) puesto que las famosas fallas de San Andrés y la de Imperial, desde hace muchos años están lista para detonar y generar un movimiento superior a 9 grados Richter.

Y para comprender la magnitud del esperado Big One, el mayor terremoto de la semana pasada en California, alcanzó una intensidad de 7.1 y fue lo suficientemente fuerte como para sentirse desde Phoenix hasta Nevada, aunque afortunadamente sólo generó daños menores.

Varios temblores se sintieron en Phoenix el pasado fin de semana, incluso algunas televisoras publicaron videos que mostraban edificios bamboleándose, aunque fueron tan ligeros que muy poca gente se percató.

A pesar de que el estado no es considerado área sísmica, no está del todo seguro, según investigadores de la Universidad Estatal de Arizona (ASU, por sus siglas en inglés), pues áreas como Flagstaff, al norte y Yuma, al Sur son puntos de quiebre.

“Hay varias áreas diferentes que podrían producir un gran terremoto, como el área de Flagstaff, que es capaz de producir hasta una magnitud de 7.0”, dijo Mike Conway, científico investigador de Geología de la ASU.

El sur de Arizona también podría ver un gran terremoto en las próximas décadas.

“Yuma, Arizona, está a solo 50 millas de la Falla Imperial, que se encuentra a poca distancia de la Falla de San Andrés, y está cargada y lista para funcionar en los próximos 25 a 30 años, se sentirán una magnitud de 7.0 o quizás un poco más grande allí en el área de Yuma”, dijo.

Si bien, es cierto que los científicos no pueden predecir los terremotos, al menos pueden mantener lecturas y evaluar las posibilidades de uno.

“Lo que hacemos es un poco como el hombre del tiempo: pronosticamos eventos a lo largo de ciertas fallas, así que básicamente el Estudio Geológico de los Estados Unidos construye modelos de probabilidad, por lo tanto, la Falla Imperial en los próximos 20 o 30 años, tiene un 40 por ciento de probabilidad de un terremoto de magnitud 6.5 o mayor”, señaló el investigador.

A buscar cubierta

Conway dijo que lo mejor que se puede hacer en caso de un terremoto es ponerse a cubierto y prepararse para las réplicas hasta que todo pase.

“Pocos edificios se derrumbarán en un terremoto, pero lo que sucederá es que las cosas saldrán volando de las paredes, los libros se caerán, el vidrio y los materiales quebradizos caerán al piso y se romperán, por ello lo mejor es cubrirse bajo un mueble fuerte como una mesa o un escritorio que te protejas de los objetos que caen”, dijo.

En caso de un terremoto fuerte, una de las técnicas de supervivencia más conocidas es el  “Triángulo de la Vida” que consta de agacharse, cubrirse y agarrarse, buscando un espacio vacío al lado de un mueble fuerte, de esa manera, al caer muebles verticales como libreros o incluso muros, se formaría una diagonal protectora en contra de otros objetos.

Las consecuencias

Pero más allá de la destrucción y la muerte que podría causar el posible “Big One” que se espera desde hace décadas, las mayores afecciones serían las situaciones cotidianas, como el transporte, el comercio e incluso la familia.

Los estados de California y Arizona, comparten mucho más que una vecindad limítrofe: el comercio entre ambas entidades es un motor económico y una catástrofe de gran magnitud, definitivamente causaría una recesión.

Por otro lado están los lazos afectivos, millones de personas tienen familiares o conocidos en California y la ansiedad y el estrés de una catástrofe también generaría un problema de salud mental.

Ante un virtual escenario de devastación, es también muy probable la inmigración masiva de California, lo que sería otro golpe a los estados vecinos que muy probablemente no estaría preparados para tal fenómeno en cuanto a vivienda, educación y empleo.