Se dice que la familia es el núcleo de nuestra sociedad y es un hecho social universal, ha existido siempre a través de la historia y en todas las sociedades. Es el primer núcleo social en el cual todo ser humano participa.
Su constitución requiere del encuentro y relación de dos personas que quieren unirse, en un proyecto de vida común, mediante el afecto entre ellos o hacia los hijos que surgirán de su relación.
La familia como grupo humano e institución social cumple importantes funciones: función bio social, función económica, función cultural afectiva y función educativa.
Existen familias denominadas disfuncionales se caracterizan por el fracaso en los papeles parentales y confusión de roles, los conflictos continuos y crisis cíclicas y repetitivas igualmente abundan.
Existe fuerte resistencia al cambio y amenazas continuas de separación.
Ausencia total de reglas explícitas y gran cantidad de reglas implícitas y/o secretas. Los límites son generalmente confusos.
Presencia de de privaciones del cariño parental.
Mal funcionamiento social y por ende precisan de ayuda especializada para resolver sus conflictos.
Como bien se puede apreciar, en medio de todo ese entorno disfuncional, los adolescentes que a su vez se encuentra transitando por lo que pudiera resultar como la etapa más difícil e importante de su vida; parece una presa totalmente fácil y asequible para caer en el entramado de las adicciones.
Es en este momento del desarrollo en el que mayor apoyo familiar necesita el individuo, en el que la comunicación se establece como categoría elemental para elevar la autoestima, en la mayor parte de los casos muy baja.
Disfuncionalidad familiar, sinónimo de riesgo adictivo….
En el contexto familiar, las actitudes favorables hacia el consumo de drogas legales, el maltrato y la violencia doméstica, la comunicación deficiente y la inconsistencia afectiva, dañan la salud y el bienestar de los adolescentes y favorecen que estos incorporen a su estilo de vida, el uso de diferentes sustancias.
¡Bendiciones!