Valeria Fernández

Periodista

@valfernandez

vestebes@gmail.com

No exagero si digo que dar a luz es una de las fobias más grandes de mi vida. Me aterroriza la idea del dolor, me estremece imaginarme algo desconocido. Desde que tengo memoria siempre le pregunto a otras mujeres ¿Cómo fue tu parto? ¿Cómo te dolió? ¿De qué forma?

Ahora que estoy embarazada de 23 semanas (bueno eso ya lo saben si vienen leyendo está columna, pero por las dudas lo repito) pregunto más que nunca.

Hay personas que me contestan que sí duele pero que todo eso se te olvida cuando nace el bebé. Esa es una de las respuestas más comunes que vengo escuchando toda mi vida, es como si fuese una especie de tabú reconocer que uno de los momentos más hermosos de tu existencia puede ser igualmente de doloroso.

Recientemente he empezado a escuchar respuestas un poco más interesantes. Una mujer me dijo que es como un dolor de muelas intenso, pero en la espalda, otra que sientes que te están echando ácido, y una, que fue más gráfica, explicó que parece que alguien está tratando de partirte por el medio.

La historia que más me gustó es la de mi peluquera (por cierto, la mejor del mundo) que dice que ella no sintió nada. Tan es así que casi tiene el bebé en su casa.

En mi búsqueda por estar preparada he leído y visto cuanto libro y cuanto video se ha cruzado por mis ojos. Soy de las personas curiosas que tienen que saberlo todo y preverlo todo. Afortunadamente, esa búsqueda me ha llevado a encontrar una doula. Una mujer que se especializa en asistir a las embarazadas antes y después de dar a luz. Ella no sustituye a la partera, o al obstetra, su rol es el de acompañar a una mujer justamente durante todo el proceso de interrogantes que representa prepararse para un parto.

La mía se llama Gila y es inmigrante como yo. Por eso la elegí, porque compartimos esa experiencia en común. Desde el primer día le confesé mi terror hacia el parto y mis intensiones de tratar de apaciguar cualquier dolor de inmediato a través del uso de la llamada epidural.  Se trata de una forma de anestesia que se da en la zona epidural de la médula. Todas las mujeres que han tenido hijos y la recibieron me cuentan que es una maravilla.

La doula me recordó que con anestesia o sin ella es importante comenzar a quitarnos de la cabeza la idea de que dar a luz es un proceso doloroso y me hizo recordar que es lo más natural del mundo. Es algo sobre lo que podemos decidir, como mujeres tenemos el poder de elegir hasta cierto punto cómo queremos que sea esa experiencia y retomar el control de algo que se ha vuelto en ocasiones en un proceso quirúrgico porque es más práctico tanto para doctores como hospitales.

Aquí lo que quiero decir es que la decisión de cómo dar a luz es algo personal, y sea cuál sea es nuestra. Lógico que nada es previsible sobre ese día. Pero entender que somos nosotras las mujeres las que llevamos el volante, si es así como lo escogemos, me da mucha paz. Me hace poco a poco perder el temor, cada vez que me acerco a entender un poquito más como funciona mi cuerpo y recuerdo que fue diseñado (entre muchas otras cosas) para esto.

Valeria Fernández es una periodista independiente oriunda del mar de Uruguay, pero radicada en el desierto de Arizona desde hace 20 años. Para ella el periodismo es una forma de dedicarse a  vivir.