Erika De la Cruz

Como dicen muchos por ahí “me siento de soledad”, algo que muchos padecen y seguramente usted y yo hemos experimentado.

Una cosa es vivir solo y otra muy diferente sentirse solo. Y esto último es lo que le ocurre a muchos mayores.

Y es un problema del que muchas veces la propia familia entra en la ecuación, tanto en lo que se refiere a la causa como a la posible solución; es la propia familia la que debe incentivar que sus mayores mantengan su actividad social, disfruten del ocio, se sientan útiles y al mismo tiempo mantengan su independencia, siempre que estén capacitados para ello.

Si no lo están habrá que preocuparse de que no se sientan solos, pues también existen servicios sociales del condado local y las Comunidades Autónomas que ofrecen información sobre programas concretos dirigidos a este objetivo.    

Mantenerse activos es muy importante, sobre todo en cosas y con gente positiva;  usar esa soledad a nuestro favor reflexionar y orar para poder obtener sabiduría de reconocer porque estamos o nos sentimos así.

¡Tal vez pedimos a Dios que cambie nuestra situación, sin saber que él nos puso ahí para cambiarnos!

Puede ser un gran paso a algo grandioso que no hemos podido ver en nuestras vidas y necesitamos esa “soledad”.

Soltemos las riendas a nuestro Creador y con él de la mano ser fuertes y disfrutar de su compañía; ya vendrán tiempos mejores.

¿Usted qué piensa?

¡Me gustaría saber su opinión!

¡Bendiciones!