Luego de un ataque en el que murieron seis niños y tres mujeres ciudadanos estadounidenses en una carretera cercana a Bavispe, que conecta los estados fronterizos mexicanos de Sonora y Chihuahua, el presidente Donald Trump llamó a una guerra contra los carteles de la droga, a lo que Andrés Manuel López Obrador, respondió con apoyo a una colaboración, respetando la soberanía de México.
El ataque se atribuyó a una probable confusión entre carteles rivales, sin embargo la historia detrás de la comunidad LeBarón, de la que formaban parte las víctimas, bien podría ser otro causal, por lo pronto continúan las investigaciones y hay voces que llaman a que el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) pueda participar.
Al momento la Procuraduría de Justicia de Sonora habla del arresto en Agua Prieta de un hombre en posesión de varias armas, que se presume pudo haber participado en los sangrientos hechos que han sido condenados a nivel internacional por tratarse de mujeres y niños indefensos.
La familia procedía de la celebración de una boda y algunos de ellos se dirigían al aeropuerto de Phoenix; durante el ataque al menos 10 menores fueron reportados como desaparecidos, pero algunos habían sido ocultados y otros levemente heridos y fueron quienes pidieron auxilio y luego trasladados a hospitales de Arizona.
Estados Unidos y México han intentado durante mucho tiempo combatir el violento flagelo de las drogas al sur de la frontera y los carteles detrás de ella, pero se han quedado cortos.
México y Estados Unidos tienen una larga historia de lucha contra los carteles, pero los homicidios, en su mayoría relacionados con las drogas, alcanzaron un nuevo récord de casi 36 mil en 2018 y están ocurriendo en aproximadamente 90 asesinatos por día, según un informe del Consejo de Relaciones Exteriores fechado el 22 de octubre.
En 2007, el presidente George W. Bush y el presidente mexicano Felipe Calderón forjaron una asociación conocida como la Iniciativa Mérida con el objetivo de abordar la violencia relacionada con las drogas, la corrupción, la seguridad fronteriza, el flujo de tráfico y las reformas judiciales que continuaron bajo otros presidentes estadounidenses y mexicanos.
Pero desde que México comenzó a realizar campañas antidrogas en 2006 y, a pesar de la ayuda de Estados Unidos, se han producido más de 300 mil homicidios, por lo que los críticos han argumentado que la creciente militarización de la guerra contra los carteles no ha eliminado las corrupciones y fallas en el sistema judicial de México.
Mientras tanto, desde la administración de Nixon, Estados Unidos ha librado su propia guerra contra el consumo de drogas, que es lo que mantiene a los carteles en el negocio, sin embargo, hoy enfrenta continuos flujos de drogas ilegales como el fentanilo, desde México hacia los Estados Unidos, mientras que las armas y el dinero fluyen hacia el sur hacia México.
López Obrador, que prometió luchar contra la violencia y la corrupción, declaró el fin de la guerra contra las drogas en enero y dijo que el Ejército Mexicano ya no priorizaría la captura de jefes de carteles, para centrarse más en los programas sociales que en la fuerza, aunque creó una Guardia Nacional.
La historia de los LeBarón
La familia se estableció al noroeste de Chihuahua en la colonia LeBarón de Nuevo Casas Grandes, el apellido formó una comunidad homónima cuyos orígenes encabeza Alma Dayer LeBaron alrededor de 1924 junto a miembros de su numerosa familia.
LeBaron fue miembro de una rama fundamental mormona y se separó de la organización al negarse a dejar la poligamia, por lo que emigró a México.
Dos de los hijos de Alma, Joel LeBaron y Ervil LeBaron fundaron en 1955 una Iglesia mormona, pero surgieron rencores entre ellos y Ervil ordenó el asesinato de Joel, razón por la que fue convicto en México y Estados Unidos, al igual que otros integrantes de la Iglesia.
Otro suceso importante de los LeBarón fue su denuncia de graves problemas de inseguridad, y combate al crimen organizado por “la Guerra contra el narco” especialmente en la región noroeste de Chihuahua e iniciaron activismo encabezado por Julián LeBarón, que incluso estuvo en Phoenix haciendo denuncias públicas ante la prensa local.
El 2 de mayo de ese año secuestraron a Erick LeBarón, de 17 años, por su liberación exigían un millón de dólares, pero la comunidad de la iglesia protestó ante el gobierno y se logró que fuera liberado el 10 de mayo sin pago alguno.
Sin embargo, el 6 de julio de 2009 secuestraron a Benjamín LeBarón, hermano de Erick, junto a Luis Widmar Stubbs, otro miembro de la comunidad y colocaron una manta frente a sus casas en la que explicaban que el asesinato fue respuesta a su activismo contra de la inseguridad.
En 2018 la familia tuvo fuertes confrontaciones con el gremio ejidatario que protestó por la escasez de agua que afectaba sus comunidades, pues la comunidad LeBarón se poblaba cada vez más de árboles y los culpaban de acaparar y conducir agua de otros poblados para el riego y cuidado de sus plantas.
La comunidad LeBarón tuvo durante algún tiempo protección del ejército que después fue retirada y pidieron la creación de una policía civil para resguardarse por los hechos violentos contra integrantes de su familia, medida que fue apoyada en principio por algunos funcionarios pero después rechazada.
En tanto al poder político, la comunidad cuenta con un diputado local por ese distrito, Alex LeBarón, quien denunció que los secuestros eran una constante en su región.
Luego de que el pasado domingo 25 de marzo fuera deportado, de México a Estados Unidos, Keith Raniere, líder de la secta Nxivm (Nexium), organización que se suponía estaba dedicada a la autoayuda, acusado de trata de blancas y asociación delictuosa, los nombres de los mexicanos Javier Sicilia, Emiliano Salinas y Julián LeBarón, quedaron involucrados en la red de abuso sexual en contra de mujeres, según publicación de el diario El País.