Los solicitantes de asilo fueron dejados sin recursos y a su suerte en Nogales, México y deberían ir corte en El Paso, Texas, hasta marzo.

Azotados por el intenso frío, decenas de solicitantes de asilo fueron empujados de a México por el gobierno de Estados Unidos, a su suerte y en la encrucijada de cómo viajarían cientos de millas hasta sus citas en la Corte Federal, subsistirían durante meses en una ciudad fronteriza desconocida o si definitivamente regresarían a sus tierras lejanas

El gobierno federal amplió su programa “Permanecer en México” a la frontera Nogales, Sonora y alrededor de 75 inmigrantes mayoritariamente centroamericanos fueron devueltos el pasado fin de semana.

Los migrantes dijeron que no sabían cómo reunir dinero para salir de Nogales todavía.

Estados Unidos había enviado a unos 56 mil solicitantes de asilo a esperar sus casos en México hasta noviembre, de acuerdo con el Centro de Información sobre Acceso a Registros Transaccionales de la Universidad de Syracuse.

Hacer que los solicitantes de asilo esperen en las ciudades fronterizas mexicanas, muchas de las cuales sufren crímenes desenfrenados, tiene como objetivo desalentar a los migrantes, pues anteriormente, muchos de ellos fueron liberados con pulseras de monitoreo para esperar sus casos dentro del país.

Nogales es el séptimo cruce fronterizo que participa en el programa y quizás el más oneroso para los solicitantes de asilo, pues los centroamericanos que regresaron el jueves tenían fechas de corte programadas para fines de marzo en El Paso, Texas, cientos de millas al este.

Otros puntos fronterizos tienen Cortes justo al otro lado de la frontera o al menos a una distancia significativamente menor.

Lorenzo González, un trabajador agrícola guatemalteco que viajaba con su esposa y tres hijos de entre 1 y 12 años, dijo que no veía cómo podían esperar tres meses. Estaba listo para tirar la toalla, pero tampoco sabía cómo podrían regresar a Guatemala.

“No entendemos por qué no nos enviaron a Guatemala para luchar contra nuestro caso desde allí y no esperar aquí, estamos preocupados aquí porque no conocemos a nadie, no tenemos ningún lugar a donde ir. Nos dieron un refugio, pero sólo por tres noches”, dijo en un comedor de ayuda a migrantes.

“Quiero volver (a Guatemala), pero no tenemos dinero, No sé qué hacer”, dijo. Tampoco tenía los mil 200 pesos por boleto de autobús a Ciudad Juárez al otro lado de la frontera con El Paso, donde su cita en la corte esta programada para el 25 de marzo.

Incluso con dinero, el viaje a Ciudad Juárez está lejos de ser seguro, pues implica cruzar del territorio controlado por el cartel de Sinaloa al del cartel rival de Juárez. Tres mujeres y seis niños, todos con doble nacionalidad, fueron asesinados por pistoleros del cártel de Juárez en noviembre, donde se encuentran esos territorios.

“Estamos muy preocupados por esta situación”, dijo el reverendo Sean Carroll, director ejecutivo de la Iniciativa Fronteriza de Kino en Nogales, que proporciona comidas gratis a los migrantes.

Dijo que los repatriados corren el riesgo de asalto, abuso, secuestro y violación.

“Son vulnerables aquí. Serán vulnerables en el camino. Serán vulnerables en Ciudad Juárez”, agregó.

Un informe del grupo independiente Human Rights First, publicado en diciembre, documentó al menos 636 informes públicos de violencia contra solicitantes de asilo devueltos a México, incluyendo violación, secuestro y tortura.

El grupo dijo que fue un fuerte aumento en octubre, cuando había identificado 343 ataques, y señaló que la última cifra es seguramente un recuento bajo porque la mayoría de las víctimas de delitos no informan.

Heberto Ramírez, otro trabajador agrícola guatemalteco que viajaba con su hijo de 16 años, dijo que había estado en contacto con su familia desde que lo enviaron de regreso a México y le preguntaron cómo llegaría a casa porque no había más dinero.

Aún así, tampoco vio cómo podían esperar más de tres meses en la frontera y solo tenía una toalla sobre una camisa para protegerse del frío que por éstas fechas en Nogales es cercano a los cero grados.

“Queríamos hacer algo, tal vez ganar algo que no tenemos, pero resulta que no pudimos, pero mejor volvemos y seguimos viviendo mal”, dijo Ramírez.

En una declaración reciente, el secretario interino del Departamento de Seguridad Nacional, Chad Wolf, dijo que el programa de Protocolos de Protección de Migrantes ha sido una herramienta efectiva.

“Confío en el éxito continuo del programa en juzgar casos meritorios rápidamente y prevenir reclamos fraudulentos”, dijo Wolf.

González, con una sudadera con capucha y sin nada debajo, expresó su preocupación por la seguridad de su familia en el lado mexicano de la frontera. Su esposa parecía nerviosa. Habían sido separados durante cinco días en detención en Tucson y luego subidos a un autobús el jueves sin información sobre lo que estaba sucediendo.

“No nos dijeron a dónde nos iban a enviar, simplemente nos subieron a un autobús y vinieron a dejarnos aquí, en la frontera de Nogales”, dijo.