Dra. Nancy Álvarez
Cuidamos a nuestros hijos, fuimos cuidados por nuestros padres y ahora los cuidamos a ellos en la vejez. Esto es algo hermoso, devolverles un poco de lo que tanto nos dieron, aunque jamás podremos devolverles todo. Nos dieron vida y amor, estaban ahí para ponernos el termómetro, se quedaban a nuestro lado hasta bajarnos la fiebre, nos protegieron, nos enseñaron a vivir lo mejor que pudieron. Y hoy están en la difícil tarea de ser cuidados por nosotros. Nos convertimos así en padres de nuestros padres.
Como terapeuta familiar, he vivido y trabajado con familias en esa situación, que pone a prueba nuestra madurez y la verdad de nuestro amor por ellos. Cuidar de los padres trae a veces conflictos en la familia, sobre todo cuando los celos y los problemas no han sido resueltos.
Las mujeres somos cuidadoras por excelencia. La sociedad y, por ende, las familias nos han asignado un papel: cuidar de todos. Los padres, los enfermos, los niños, los hijos, los nietos y un gran etcétera. Se ve muy mal que “las hijas” no cuiden a sus maridos, padres, hijos y nietos. Es muy poco común que se les asigne a los varones.
¿Qué es lo ideal? Todos los hijos deben repartirse el cuidado de sus padres, según sus posibilidades, y de forma en que cada cual ayude. Siempre podemos cooperar, todos somos hijos y tenemos responsabilidades.