Salvador Reza

Phoenix, Aztlán

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(Donde vive el espíritu de la verdad)

“Otra vez la burra al maíz y el burrito a los elotes”. Es un dicho en los ranchos para describir la terquedad de algunas personas que no aprenden y siguen arruinando el porvenir de la gente, destruyendo las cosechas.

Y es eso precisamente lo que vuelve hacer Donald Trump al twitear anoche que va suspender la migración legal; escuchen muy bien, no está hablando ya de la migración por el río, por el desierto, o por el cerro.

Está hablando de la migración de aquellos que tienen la fortuna de tener el dinero para aplicar legalmente, que tienen alguna profesión, que están haciendo las cosas como se los pide la ley.

Estamos hablando de gente de negocio, estudiantes, científicos, y trabajadores temporales que vienen con visa de trabajo “siguiendo todas las de la ley.”

Mientras tanto los granjeros en California no tienen quien levante las cosechas, los de Iowa están tumbando las verduras listas para el mercado y metiéndoles el disco con tractor para preparar la tierra para mejores tiempos.

Enviarlos al mercado les saldría mas caro al invertir en transporte y bodega que volverlas a la tierra de donde nacieron, y es que hay animales mas inteligentes que Donald Trump, pues él piensa que haciendo un muro mas grande y previniendo el flujo de personas detendrá un virus que ya tiene en casa, un virus que no respeta ni rangos, ni clases sociales.

Como Donald Trump no sabe de historia piensa que la mentalidad de castillo o de fortaleza física detendrá un virus, sin embargo las guerras biológicas son muy antiguas y se remontan al principio de la creación.

Nosotros los seres humanos estamos en una constante guerra biológica desde que nacimos y vivimos en un balance continuo donde hacemos tregua con las bacterias y los virus de los que nosotros también estamos hechos.

En 1346 en lo que hoy se llama Ucrania, los ejércitos mongoles asediaron el puerto de Caffa que estaba protegido por grandes murallas impenetrables y por la mortandad infligida en las tropas Mongoles cundió una Pandemia después denominada como la fiebre bubónica, pero al verse diezmado el ejercito mongol, utilizo catapultas para lanzar cuerpos infestados por sobre la muralla infectando a los habitantes que de otra manera no podían ser derrotados.

A pesar de los muros, los mongoles no solo destruyeron la ciudad sino que algunos sobrevivientes que pudieron escapar por mar llevaron la plaga a Venecia y otras ciudades Italianas de donde se propago por todo Europa; la plaga también se propago por Asia donde al volver algunos de los mongoles la regaron por el mundo entero.

Se dice que el 25% de la población Europea falleció a causa de la enfermedad y después sus descendientes trajeron la enfermedad a tierras vírgenes donde diezmaron nuestros pueblos matando hasta 25 millones de nuestros antepasados.

Mil fronteras no pudieron parar al virus que se Coronó esta vez por todo el mundo y Donald Trump en lugar de unirse al mundo para encontrar una solución se atrinchera como niño contagiado de rabia y se prepara para utilizar la xenofobia como el arma de defensa, no contra el virus sino contra las poblaciones migrantes para realzar la supremacía blanca como la única que merece ser salvada.

Pero ya es muy tarde, el mismo sistema capitalista se estremece con fiebre y necesita el estimulo de máquinas respiratorias para sobrevivir con sus pulmones infestados de petróleo que nadie quiere comprar por tener el cuerpo social mundial paralizado.