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La nueva realidad NASCAR

Redacción

El pasado fin de semana volvió a la acción la NASCAR, el primer campeonato de gran importancia que regresa tras el paro por coronavirus. Desde la disputa del Rally de México, a mediados del mes de marzo, ninguna categoría automovilística se había celebrado, más allá de pruebas minoritarias de dirt track en América.

NASCAR volvió a la acción en el Darlington Raceway, un óvalo situado en Carolina del Sur, Estados Unidos.

Después de 293 vueltas, Kevin Harvick se alzó con la victoria, seguido de Alex Bowman y Kurt Busch. “Es curioso cuando no puedes oír a los aficionados animando en las gradas. A pesar de ello, conseguir una victoria es fantástico”, dijo Harvick, piloto de 44 años de Stewart/Haas-Ford, que suma ya 50 triunfos.

La carrera de la NASCAR tuvo como título “The Real Heroes”, un emotivo homenaje a los sanitarios que han luchado por salvar la vida en Estados Unidos a los enfermos de COVID-19 y que lo siguen haciendo haciendo día a día. Los pilotos llevaron en sus coches – y algunos en sus monos – el nombre de un sanitario que ha estado en primera línea de batalla contra esta pandemia.

La NASCAR nos ha mostrado cómo pueden ser las carreras en la “nueva normalidad” que nos encontraremos mientras el coronavirus siga entre nosotros. Aunque todavía hay muchas dudas sobre los calendarios de las grandes competiciones del mundo del motor, sabemos que la Indycar volverá a la acción en el mes de junio con protocolos similares, en Texas.

La Fórmula 1 debería regresar también a principios de julio en Austria y Moto GP en Jerez poco más tarde. Será a puerta cerrada, con controles médicos, pocas personas en el circuito y mucha distancia entre aquellos que puedan acceder al paddock. Una nueva normalidad que, en realidad, es de lo más extraña…

Más allá de cualquier resultado deportivo, el protagonismo durante el fin de semana lo tomó el hecho de que la NASCAR regresaba a la competición y que lo hacía con estrictas medidas de seguridad y un detallado protocolo.

La competición se realizó a puerta cerrada y, por tanto, las gradas se mantuvieron vacías durante todo el evento. Los pilotos y personal de los equipos debían mantener la distancia de seguridad en el circuito y llevar mascarillas. Solo pudieron trabajar 15 personas en cada coche, las reuniones entre pilotos se realizaron de forma virtual y se hicieron controles médicos a la entrada y salida del circuito.

De las habituales 1800 personas que suelen poblar el paddock de la NASCAR, solo tuvieron acceso 900. La poca prensa que pudo asistir, tuvo que hacerlo en un espacio limitado, manteniendo siempre la distancia entre compañeros, y realizando entrevistas a los pilotos con una separación de dos metros.