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TONATIERRA

Salvador Reza

Phoenix, Aztlán

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(Donde vive el espíritu de la verdad)

“Frankly my dear, I don’t give a damn.” (Francamente cariño, no me importa”

Esta famosa frase de la antigua película “Gone with the wind” (Lo que el viento se llevó) resume la desilusión y el fin del romanticismo después de la guerra civil en Estados Unidos por parte de la sociedad aristócrata basada en la esclavitud.

El idealismo de Scarlett O’Hara, la protagonista de la película y Rhett Butler actuado por Clark Gable, se derrumba como se derrumbó la sociedad clasista basada en la esclavitud en las plantaciones del Sur de Estados Unidos.

Era un mundo ilusorio basado en falsedades y apariencias que escondía detrás de ello una negra realidad humana de abuso, engaño y esclavitud y con la muerte de la niña Bonnie Blue Butler también se muere el amor a la única falsedad que quedaba viva después de la guerra civil.

La imagen falsa y refinada de la mujer Southern Belle en los ojos de Rhett Butler que al final tiene que enfrentar la realidad que siempre estaba allí pero que se rehusaba a aceptar: una Señora Sociedad falsa, racista, que quedó arrasada por los huracanados vientos violentos de la historia de una cultura basada en la explotación esclavista.

Me refiero a esta película porque en estos momentos sucede algo similar que no lo está provocando una guerra civil por el control de los mercados del azúcar y el algodón como sucedió en los 1860’s en los Estados Unidos, sino que lo esta provocando un virus en la guerra por el control mundial de los mercados donde se desploma la careta de MAGA “Make America Great Again” y deja al descubierto la falsa realidad de seguridad económica y grandeza de Estados Unidos ante un mundo que al igual que las sociedades esclavistas, es diezmado por un virus invisible que pone a prueba el romanticismo y excepcionalismo norteamericano.

La imagen de Jackie Kennedy, Barbara Bush, Laura Bush es remplazada por una mujer que posaba encuerada en la revista Inglesa GQ en enero del 2000 y que a pesar de no hablar bien el Inglés, ser inmigrante de la antigua Yugoslavia ahora Slovenia, se coronó como la primera dama por la derecha cristiana que perdona todas las inmoralidades de este Presidente.

Le perdona desde infidelidades con prostitutas hasta fraudes millonarios con escuelas fantasmas y rehusarse a presentar sus ingresos como es requerido de todos los candidatos a presidente.

Ahora ante este virus donde ni las iglesias pueden seguir extrayendo diezmos y primicias cada domingo, los negocios están derrumbados como piezas de dominó afilados en trucos de espectáculo, donde se desploma el precio de combustible y desaparecen artículos de primera necesidad.

Ante esta realidad el bueno de la película, Donald Trump sale balbuceando incoherencias como inyectarse cloro para matar el virus al tiempo que ordena que nadie, pero absolutamente nadie puede ingresar legalmente como residente de Estados Unidos.

Nos damos cuenta que no estamos viendo una película porque nos descansaron de la empresa donde trabajamos, éste mes no tenemos dinero ni pa’ pagar la renta, cualquier alergia nos llena de pánico y nos aterroriza ir a la emergencia porque no tenemos ni seguro médico.

De pronto ese espejismos de superioridad económica familiar, individual, nacional, se esfuma y nos deja ver el terror no de un virus invisible sino de la ilusión que un virus se llevó. El título de la película real en la que todos somos protagonistas es hoy en día, “Lo que el Virus se llevó.”