Durante décadas, las mujeres negras han sido la columna vertebral del Partido Demócrata, el bloque fundamental que subyace a todos los movimientos, y sin embargo, han sido casi invisibles en el escenario principal, porque rara vez pasan a la vanguardia.
El exvicepresidente Joe Biden comenzó a cambiar la naturaleza de esa relación al anunciar que Kamala Harris, senadora de California de ascendencia jamaicana e india, será su compañera de fórmula para derrotar al presidente Donald Trump en noviembre.
La elección de Harris, como la de cualquier vicepresidente, se trata fundamentalmente de una cosa: ganar. Biden no la eligió para agradecer a las mujeres negras por rescatarlo con sus votos en las primarias demócratas de Carolina del Sur este año, aunque las mujeres negras hicieron eso. Más importante aún, necesitará sus votos, y su activismo, en los estados indecisos en el otoño.
La participación negra cayó un 7,1 por ciento de 2012 a 2016 en todo el país, según los datos del censo y Trump ganó Wisconsin, donde se estima que la participación negra cayó en aproximadamente una quinta parte, por menos de 23.000 votos.
Hubo caídas más pequeñas en Florida, Carolina del Norte y otros estados competitivos en los que Trump ganó, donde los votantes negros representan una mayor proporción de la población que Wisconsin y donde la carrera podría estar cerrada esta vez.
Harris – primera mujer negra, primera mujer asiático-americana, primera mujer indio-americana, primera mujer jamaicana-americana, también es emblemática del primera, sin cola que le pisen.
Biden subrayó los rasgos que cree que Harris aporta a la fórmula y que refuerzan los contrastes que está tratando de establecer con Trump, la llamó “lista para liderar”, la elogió por “luchar con uñas y dientes por lo que es correcto” y dijo que ella entiende que el trabajo conlleva “el deber de cuidar: por ti, por todos nosotros”.
La selección de Kamala Harris como su compañera de fórmula de Biden crea un enigma para el que la campaña del presidente Donald Trump no tiene una respuesta inmediata: cómo competir contra ella.
Los primeros ataques pintaron un retrato contradictorio de Harris e indicaron que la campaña de Trump aún no se ha decidido por una forma coherente y consistente de criticarla.
Harris fue difícil de precisar ideológicamente en las primarias presidenciales demócratas, lo que dejó a muchos votantes preguntándose qué defendía y perjudicó su candidatura y finalmente forzó una salida anticipada en diciembre pasado antes de que se emitieran los primeros votos.
Pero ahora también la convierte en un objetivo más complicado de los ataques de Trump, quien también ha tenido problemas para asestarle un puñetazo a Biden: durante las primarias demócratas, Harris fue una candidata poco común que votó cerca del frente de la manada, pero nunca se ganó un apodo burlón del presidente.
La elección de Harris recibió grandes elogios de los demócratas progresistas y moderados, desde el ex presidente Barack Obama hasta el socialista demócrata Bernie Sanders y Jim Kessler, vicepresidente ejecutivo del grupo centrista Third Way.
A Harris, de 55 años, senadora por primera vez por California, se le considera aceptable, aunque no siempre amada, por un amplio espectro del partido.
El propio Trump optó por criticar a Harris después del anuncio como “desagradable” y “muy irrespetuosa” con Biden, aparentemente refiriéndose a un debate temprano en el que culpó a Biden por ponerse nostálgico de trabajar con segregacionistas en el Senado.