En esta foto de archivo, Mario Madrigal en una protesta por la muerte de su hijo a manos de la Policía de Mesa.

En el acalorado contexto nacional actual donde los llamados para poner fin a la brutalidad policial y los tiroteos contra civiles desarmados han causado indignación en ciudades de todo Estados Unidos, el caso de un adolescente muerto por el Departamento de Policía de Mesa años atrás permanece en la memoria de los más cercanos a él.

Mario Madrigal Jr. estaría cumpliendo 33 años.

Mario Madrigal Jr., de 15 años, fue asesinado a tiros en su casa por el Departamento de Policía de Mesa hace 17 años, el 25 de agosto de 2003, cuando los padres del estudiante de la Preparatoria Westwood habían llamado a la policía para ayudarlos a llevar a su hijo a un centro de ayuda para jóvenes.

En cambio, los agentes que acudieron a la casa de los Madrigal terminaron disparando y matando al adolescente frente a sus padres y su hermano menor, después de que los oficiales dijeran que el joven los había amenazado con un cuchillo de cocina.

Expertos forenses contratados por la familia demostraron posteriormente que el cuchillo no presentaba las huellas digitales del adolescente, a lo que se sumaron una serie de contradicciones de los policías durante sus declaraciones en el caso.

Las protestas y manifestaciones que se viven hoy, son réplicas de casos de mucho tiempo atrás, aquí otra imagen en Mesa por el caso de Mario Madrigal Jr.

El incidente se convirtió en un caso de alto perfil que terminó en un tribunal federal. La investigación absolvió a los agentes y finalmente llegó a un acuerdo financiero en 2009, casi seis años después del asesinato.

“Hemos visto casos locales aparentemente aislados y esporádicos de tiroteos policiales contra civiles desarmados que ahora han alcanzado el nivel nacional, y se han convertido en el centro de atención durante uno de los peores momentos de protestas y disturbios civiles en la historia de Estados Unidos”, dijo Mario Madrigal, padre del adolescente.

“Estoy viendo, junto con millones de estadounidenses, cómo cada caso pasado y reciente de asesinatos brutales de civiles desarmados por parte de los departamentos de policía locales están afectando a todo un país donde la sociedad ya está harta y enojada no solo por las muertes en sí, sino también por la impunidad, la falta de rendición de cuentas de la policía y la frecuencia de los tiroteos”, agregó.

Algunos casos de tiroteos policiales locales que han dejado sin vida a otros jóvenes desarmados van desde el del adolescente Antonio Arce, de 14 años, muerto por el Departamento de Policía de Tempe en enero de 2019, hasta el de Julio Valerio, de 16 años, asesinado a tiros por el Departamento de Policía de Phoenix en 1996 y ninguno de estos casos ni el del joven Madrigal resultó en el encausamiento de los oficiales.

“Hace casi dos décadas, los miembros de la familia Madrigal levantamos la voz contra el asesinato de nuestro hijo, realizamos protestas, depositamos nuestra confianza en el sistema judicial para hacer justicia y responsabilizar a los tres policías que dispararon contra mi hijo 10 veces”, dijo Madrigal padre.

“Hoy, todavía experimentamos la pena, sentimos el dolor y vivimos con las cicatrices emocionales que nos dejó esta tragedia, pero también con la afrenta de no haber visto justicia”.

Protestas violentas a gran escala contra la policía han sacudido a cientos de ciudades en todo Estados Unidos desde 2014, partiendo del más reciente tiroteo policial contra Jacob Blake en Kenosha, Michigan, e incluyendo el de George Floyd, Breonna Taylor, Tamir Rice, Eric Garner y Michael Brown entre otros.

Para Mario Madrigal, la sociedad ha unido los puntos con cada caso y la imagen que ha obtenido muestra un patrón claro y nacional de tiroteos policiales contra minorías étnicas que generalmente quedan en la impunidad.

“Las indemnizaciones o acuerdos financieros no van a traer el trato imparcial y justo a las familias que solo puede traer la justicia y la rendición de cuentas de la policía. Este problema de brutalidad policial en Estados Unidos ha llegado a un punto de ebullición, cada caso finalmente se ha convertido en efecto multiplicador a lo largo de los años, creando esta atmósfera espantosa de protestas violentas, saqueos e ira”, dijo Madrigal.

“¿Cuánto tiempo más tardarán las agencias policiales del país en aceptar una realidad que ahora se han visto obligados a afrontar?”, agregó.

“No puedo evitar pensar que él cumpliría 33 años este año y probablemente fuera el veterinario en el que soñaba convertirse. En cambio, tengo que ir a un cementerio para poner flores en su tumba, y seguir tratando de seguir adelante con mi vida. Hoy, no es solo una familia de una ciudad lamentándose e indignada por el asesinato de su ser querido, sino una nación entera confrontada con la violencia y la injusticia que yo experimenté en carne propia”.