Al designar a la jueza Amy Coney Barrett para la Corte Suprema, el presidente Donald Trump dio el primer paso el sábado para consolidar una mayoría conservadora de 6-3 en la corte superior, un cambio que podría marcar el comienzo de cambios radicales en la atención médica, así como en el voto, el aborto y los derechos a las armas. Pero el momento también sirvió como una movida para las votantes, ya que Trump intenta abordar una brecha de género histórica en las encuestas.

Mientras Barrett hablaba en el Rose Garden ante una audiencia que incluía a sus siete hijos –como designada, señaló Trump, que podría convertirse en la primera madre de niños en edad escolar en servir en el tribunal superior–, mostró lo desafiante que será que los demócratas la denigren como una figura aterradora que se uniría a la mayoría conservadora de la corte para hacer retroceder los derechos de aborto y despojar a los estadounidenses de sus protecciones de atención médica.