Millones de personas han superado el COVID-19, pero para muchos las secuelas en cuerpo y mente no terminan con el alta hospitalaria o cuando finaliza el tratamiento médico contra la infección, pues pulmones, corazón, estómago, hígado, riñones y cerebro son afectados en el mediano o largo plazo, además del daño psicológico.
Gerardo González, estuvo internado durante un mes, tras haber llegado desmayado a un hospital de Phoenix porque no podía respirar después de 5 días de intensos dolores en todo el cuerpo y sin poder comer; pero un mes después de haber sido dado de alta, sufre las secuelas del daño que el virus le produjo en todo el cuerpo.
“Aun necesito utilizar la máquina de oxígeno durante algunas horas al día, pero sólo puedo estar sentado, no he podido caminar”, nos decía mientras se le escuchaba una persistente tos.
Según estudio reciente de la American Medical Association, la mayoría de los pacientes recuperados del coronavirus, incluso los que no ocuparon cuidados intensivos, tienen al menos un síntoma persistente hasta dos meses después de haber sido dados de alta, pero en algunos caso va hasta seis meses para.
La principal secuela es la fibrosis pulmonar, una condición médica que hace que los pulmones se endurezcan y produce dificultad respiratoria crónica y progresiva.
Hay muchos pacientes que experimentan disminución en su función respiratoria, no hacen fibrosis, pero se sienten más agitados, cansados y tardan más en recuperar la capacidad para realizar las mismas actividades de antes de la enfermedad.
Secuelas como dolor en el pecho o espalda, sensación de falta de aire, dificultad para respirar y agitación al hablar o subir escaleras, están relacionadas con el desgaste y la falta de acondicionamiento físico al haber estado en reposo tiempo prolongado.
Las secuelas duran en promedio dos meses, pero con una terapia física adecuada y ejercicios de rehabilitación, los pacientes pueden recuperarse.
Para Gerardo González, lo más desesperante es no poder valerse por sí mismo y mucho menos trabajar, ya que la enfermedad le daño gravemente los pulmones y el corazón, los doctores le decían que prácticamente todo su cuerpo había sido afectado por la enfermedad.
Al ser una enfermedad infecciosa que se transmite por las gotículas generadas cuando una persona infectada tose, estornuda, habla, canta o espira, el COVID-19 afecta principalmente al sistema respiratorio del paciente, sin embargo, los científicos han descubierto que se trata de una enfermedad multi sistémica que afecta a diversos órganos del cuerpo como el sistema nervioso, cardiovascular, gastrointestinal o el genito-urinario.
Además de las secuelas en varios sistemas del organismo, los pacientes que han sido dados de alta pueden presentar afecciones en la memoria y en la atención, d
ebido a lesiones neuropsiquiátricas, lo que podría generar un deterioro cognitivo a largo plazo como deficiencias de la memoria, atención o velocidad de procesamiento y
funcionamiento, junto con pérdida neuronal difusa.
“No hay que echar en saco roto la información respecto al COVID-19 y es necesario seguirnos cuidando, por nuestros seres queridos, porque ninguna persona esta exenta de sufrir éste mal y la verdad es una experiencia que no le deseo a nadie”, recomendó Gerardo González.