Salvador Reza
Phoenix, Aztlán
srza@aol.com
602.446.9928
(Donde vive el espíritu de la verdad)
“Primero mis dientes y después mis parientes,” es un dicho muy antiguo que describe el estado del ser humano en la etapa del capitalismo corporativo que los estudiosos llaman el neoliberalismo. Es una herramienta muy útil para Donald Trump, La Unión Europea y el supuesto mundo desarrollado para sembrar discordia en los países, las poblaciones, las familias y los individuos.
Donald Trump es el mayor exponente con su doctrina de “América Primero.”
Ese concepto lo he escuchado de personas que entraron de braceros, se hicieron residentes, agarraron su ciudadanía y ahora aplauden el muro de Donald Trump y algunos aun salen en comerciales para Donald Trump diciendo que ellos vinieron “legalmente y apoyan el muro para resguardar el país de criminales”, y lo hacen con un acento que estoy seguro algunos de los racistas están diciendo a si mismos. “Speak english, you are in America.”
Pero esto no se queda allí: grandes cantidades de mexicanos en México, inclusive Andrés Manuel López Obrador aplauden las medidas migratorias represivas para frenar la inmigración “ilegal”, y como para probar su lealtad al nuevo rey Donald Trump, le aceptan todos aquellos refugiados que anhelan asilo político, creando recelo y resentimiento en las poblaciones mexicanas que se sienten desprotegidas e interpretan esas medidas políticas como una bofetada a su propia población deportada a la que no se le brinda ni un apoyo.
Solamente el otro día me hablo un lector que me dice: “Ya no defienda a los centro americanos. En la frontera los tratan mejor que a nosotros”, pero la verdad es que México con excepciones no tiene un apoyo a las víctimas de la política antimigrante de Estados Unidos.
Desde que se terminó el programa bracero en 1964, la ola antimigrante ha crecido tanto que los racistas han elevado a César Chávez, el líder de la Unión de Campesinos, a un héroe antimigrante porque utilizó a la Patrulla Fronteriza en algún tiempo para sacar los esquiroles que los rancheros utilizaban para romper las huelgas para tener mejores condiciones de trabajo.
Y es allí el meollo del asunto y los controladores de la mente utilizan nuestros instintos de sobrevivencia para su propio beneficio.
Esos instintos de sobre vivencia se traducen en intereses económicos individuales y colectivos manejables, donde al igual que las bestias de carga nos hacen trabajar a latigazos con la esperanza que al final del día nos tengan nuestra pastura, nuestro maíz, para seguir jalando el arado día tras día hasta que las fuerzas se acaban.
Y al final de cuentas, si nos niegan nuestra parte estamos dispuestos a pelear contra otros que están igual de jodidos porque los vemos como el problema y no alcanzamos a ver mas allá de nuestra necesidad inmediata.
Y entre mas alejados estamos de nuestras raíces ancestrales, más estamos vulnerables al manipuleo patriótico, nacionalista, que utilizan para voltearnos contra nuestros hermanos naturales, que al igual que nosotros, luchan por una vida mejor para sus familias, para su comunidad.
En tiempos de elecciones, más que nunca, se utiliza la xenofobia, (miedo al extranjero) para ganar votos de una población programada de temor a alguien que habla diferente, se viste diferente, tiene diferente color de piel, religión, o nacionalidad.
“Primero mis dientes y después mis parientes,” solo beneficia a Donald Trump y la cúpula capitalista en el poder.