Fundar un pueblo ario en medio de la nada en busca de la pureza racial es una idea delirante.
Escribo en @zendalibros sobre Nueva Germania, el experimento con el que Bernhard Förster y Elisabeth Nietzsche, inspirados por Richard Wagner, pretendieron fundar un paraíso ario en el Paraguay medio siglo antes de que Hitler llegara al poder.https://t.co/deqw9eBnjq
— Miguel Barrero (@MiguelBarrero) October 15, 2019
Pero eso fue lo que hicieron hace 133 años dos antisemitas que buscaron la utopía de la raza perfecta. Para lograrlo, abandonaron la comodidad de sus hogares en su Alemania natal y emprendieron un peligroso y agobiante viaje hacia lo profundo de Suramérica.
Fueron varios los motivos que impulsaron a Bernhard Förster y su esposa Elisabeth Förster-Nietzsche a partir a ese lugar remoto. Habían iniciado sin éxito una cruzada por la pureza racial en un Berlín muy distinto al que acogió a Adolf Hitler su Tercer Reich, medio siglo después.
Su odio hacia los judíos les costó el aislamiento social y hasta su sustento: Bernhard perdió su puesto de maestro al ser acusado de agitador racial. Pero no dieron su brazo a torcer y los Förster recorrieron los campos de Sajonia para captar adeptos y fondos para comprar las tierras de su nueva colonia.
La pareja seleccionó a 14 familias que representaban la pureza genética alemana para abandonar el país que no escuchó su insistente discurso de la superioridad de las razas del norte de Europa. Deseaban alejarse de los judíos y de las mezclas étnicas que ocurrían en Europa y comenzar de cero.
Encontraron su tierra prometida en Paraguay el 23 de agosto de 1887 y la llamaron Nueva Germania, un lugar destinado a la “purificación y renacimiento de la raza humana y la preservación de su cultura”, escribió su fundador.
Los Förster ansiaban dejar atrás a sus detractores. Uno de ellos era el reconocido filósofo Friedrich Nietzsche, quien no soportaba a Bernhard por sus ideas supremacistas y la influencia que tenía sobre su hermana Elisabeth.
Historiadores como Ben Macintyre han reconstruido los pasos de Förster en Paraguay. Una de sus acciones fue desestimar las duras condiciones de la selva sudamericana y pintar un panorama idílico para convencer a otras familias a acompañarlos.
“La sencilla servidumbre paraguaya se apresura a complacer al hombre blanco, donde la comida cae de los árboles y los alemanes, cansados de las vicisitudes económicas de su patria, pueden encontrar un clima saludable, alimentos baratos y un ambiente placentero”, escribió Bernhard.
Pero la realidad era muy diferente. La travesía atlántica de los Förster tardó un mes en una embarcación infectada de cucarachas y al desembarcar en las costas de la capital uruguaya de Montevideo, pasaron una semana navegando el Río Paraná, donde fueron devorados por los mosquitos e insectos que nunca habían visto y que depositaban huevos bajo su piel. Uno de los niños del grupo murió antes de llegar a Paraguay.
A pesar de todo, otras familias siguieron llegando y a los dos años de su fundación, Nueva Germania contaba con 40 familias. Pero eso no era suficiente.
Los colonos no fueron capaces de producir todos los productos agrícolas que necesitaban y caían enfermos por desnutrición. Los Förster eran vegetarianos y se vieron obligados a comer carne para sobrevivir. Bernhard no pudo soportar el fracaso y las perpectivas de una bancarrota total y se suicidó en 1889 al envenenarse con una mezcla de morfina y estricnina. Elisabeth permaneció en la colonia un par de años más hasta que viajó a Alemania en 1893 para encargarse de su hermano Frederick Nietzsche.