Salvador Reza
Phoenix, Aztlán
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(Donde vive el espíritu de la verdad)
Hace ya unos 26 años visitamos el asentamiento Zapatista de “La Realidad” en la zona liberada por el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Fue una delegación de sindicalistas, estudiantes, y grupos de apoyo Zapatista en Estados Unidos.
En la delegación surgió una pregunta que causo mucha consternación cuando alguien de San Francisco representando un movimiento con influencia de la filosofía Maoísta se lamento que los Zapatistas no respetaban al pueblo Chicano. La pregunta siguiente fue: ¿Cómo nos ven a los Zapatistas en Estados Unidos? A lo que yo les conteste: ¿Cómo se ven ustedes?
Y es que en el grupo, los sindicalistas veían el mundo a través de contratos colectivos ante las grandes empresas capitalistas y como es de esperarse clamaban por los derechos de los obreros, y políticas favorables a los sindicatos.
Los estudiantes veían el mundo a través de un lente idealizado, donde la única solución al desmadre mundial, seria la izquierda, mientras los anarquistas clamaban por la disolución total del estado.
Y así cada quien lo veía a nivel del lente que portaba mediatizado por la formación y la programación de identidad latina, hispana, mexicanoamericana, chicana, sindicalista, izquierdista, etc.
Después de una larga discusión donde les sugerí, que quizás deberíamos tratar de entender quienes éramos en lo profundo y desgajarnos de todos los ismos impuestos por intereses ajenos a nuestro verdadero ser como pueblos originarios. Se acordó preguntarle a los Zapatistas: ¿Cómo nos veían al otro lado de la frontera norte a los Chicanos? La pregunta iba ser para el Subcomandante Marcos, sin embargo por razones de seguridad, por el sobrevuelo de helicópteros y aviones del ejercito mexicano se acordó que el que llegaría a platicar con nosotros sería el comandante Tacho.
Nos sentamos en unas gradas esperando a Tacho que llegó en un rato y nos dio una platica sobre la visión Zapatista, de por qué se levantaron en armas contra el gobierno mexicano el 1 de enero de 1994 y cómo se organizaban advirtiendo que cada pueblo tiene sus propias condiciones y que no deberían de copiar sus estrategias sino de estudiarlas y tomar lo que es útil paro no dogmatizarlo como la única manera de liberación.
Después de una platica corta, abrió a las preguntas a lo que uno de los participantes le pregunto: ¿Y los Zapatistas como nos ven a los chicanos? A lo que Tacho reflexionó un momento y le contestó: “Nosotros los vemos como un pueblo indígena, de ese tamaño los vemos”.
El que pregunto que estaba sentado enseguida de mi entre burla y sorpresa me dijo: “Tú hablaste con el antes de esto”.
Fue la última vez que estuve en la presencia de un comandante zapatista, pero no la primera ni última vez que a través de correr hasta México desde Aztlan, me había dado cuenta que somos pueblos originarios, antes de ser políticos, sindicalistas, latinos, hispanos, izquierdistas.
La raíz sigue siendo raramuri, dineh, ndee, yaqui, mayo, maya, mixteco, zapoteco, mexica, odham y hopi y hasta que como pueblos originales no nos conectemos y recuperemos nuestra identidad seguiremos siendo piezas de ajedrez al juego colonial de control sobre nuestras mentes, para servir intereses ajenos a nuestra verdadera identidad como pueblos indígena.
El secreto de la resistencia Zapatista es que nunca han perdido su espejo humeante; su tezcatlipoca memoria ancestral anclada en la Madre Tierra y transmitida en el fuego humeante.