
¿Cuántos de nosotros les lanzamos a los niños compromisos y situaciones que no les pertenecen por naturaleza? ¿O consideramos la infancia como “la edad de la inocencia y la pureza”? Cuando en realidad la sensibilidad y la apertura para aprehender el mundo y sus misterios, se dan ahí con más énfasis que ningún otro momento de la vida.
¿Nos hemos detenido a observar los intereses particulares de los niños cercanos a nosotros? Muchas veces imponemos nuestro conocimiento pensando que es el correcto y así debe de ser, cuando deberíamos mas bien, orientar y persuadir al niño, para que él, como ser autónomo, valore y fortalezca su personalidad dotándola de “libre albedrío”.
Finalmente, sin imposición, obtenemos mayor disposición del infante a ser guiado.
El adulto observa diversos factores, basados en un pensamiento consciente, que satisfaga todos sus requerimientos: culturales, sociales y económicos, entre otros. No obstante, debemos poder mirar más allá de nuestras pretensiones y aprender a guiar adecuadamente a los niños con base en las inquietudes que ellos realmente tienen y manifiestan, y no en el criterio rígido del adulto.
¿Qué hacemos los adultos para fomentar el buen hábito de la lectura?
Lo importante de la alfabetización, no debe ser solamente “saber leer” sino también “comprender lo que leemos”.
¿Y cómo comprender lo que leemos? Interesándose en el tema que abordamos ¿Y cómo lograr el interés en el niño? Satisfaciendo sus demandas ¿Y cuáles son sus demandas? Cualquier actividad que los motive a leer, a conectarse con el maravilloso mundo de los libros, en otras palabras, todo aquello que contribuya al buen desarrollo de su imaginación.
En definitiva, los niños en esa etapa están ávidos de crear, imaginar, sentir y conocer, obviamente con nuestra supervisión.
¿Sabía usted que se dice que antes de ingresar a la escuela primaria el niño ha consumido ya 4000 horas de televisión? ¡Esto es más de lo que pasará frente al maestro en 5 años!
Y ni cuestionar cuántos libros ha leído pues ni siquiera sabe hacerlo.
Considero que los medios impresos infantiles tienen un gran reto: Desarrollar la imaginación del niño y motivar, cultivarlo de una forma positiva y formar en ellos los adultos que esta sociedad necesita para el mañana.
¿Usted qué piensa?
Me gustaría saber su opinión.
¡Bendiciones!