Salvador Reza

Phoenix, Aztlán

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(Donde vive el espíritu de la verdad)

En estos momentos de confusión mundial, es tiempo de mirar dentro de nosotros mismos y ver que hay en ese palpitar del corazón de donde se genera el calor del fuego que nos mantiene vivos. Ver que hay detrás del ritmo del corazón, que con su sonido de agua sangre combinado con chispas, calienta nuestro cuerpo entero donde palpita cada célula al ritmo que le toca el corazón.

Al escuchar nuestro corazón poniendo la mano en el pecho nos daremos cuenta que estamos vivos y estamos conectados con todos los millones de corazones humanos palpitando en cada rincón del planeta tierra.

Y si ampliamos ese palpitar nos daremos cuenta que cada ser viviente, al igual que nosotros también, palpita al ritmo mismo de la madre tierra y es por eso cuando escuchamos un tambor alrededor de un fuego, el mismo ritmo del corazón se une al ritmo del tambor y al ritmo de la misma frecuencia del fuego que nos conecta, no solo con la frecuencia de la madre tierra transmitida en la energía del tronco al arder, sino en la misma energía del sol y del universo entero con todos las otras galaxias que forman la creación.

La conciencia de nuestro conexión total con el universo nos da perspectiva de lo inmenso de nuestro vivir y lo insignificante de nuestra preocupación ante el universo y la eternidad.

Somos solo un destello de energía como las chispas de un fuego en la inmensa oscuridad que por un segundo brilla con la energía de la relatividad y viaja a la velocidad de la luz al cuadrado como descubrió Albert Einstein en su famosa formula de (energía equivale a la velocidad de la luz al cuadrado).

Wallace Black Elk lo puso de esta manera describiendo los ritos Lakota con la energía del fuego.

“A través de estos ritos se establece una paz de tres dobleces: La primera paz, que es la más importante, es la que llega al alma de los hombres cuando se dan cuenta de su relación, su unidad, con el universo y todos sus poderes, y cuando  te das cuenta de que en el centro del universo habita Wakan Tanda, y que este centro está realmente en todas partes. Está dentro de cada uno de nosotros.

Ésta es la Paz real, y las demás no son más que reflejos de ella. La segunda paz es la que se establece entre dos individuos, y el tercero es el que se hace entre dos naciones. Pero sobre todo, debes entender que nunca puede haber paz entre las naciones hasta que primero se conozca esa verdadera paz que está dentro de las almas de los hombres.” – Hehaka Sapa (Black Elk), Oglala Lakota Holy Man

Sin embargo, todos los elementos están dentro de nosotros, pues si te tomas la temperatura tienes el calor del fuego en tu cuerpo que lo regula a 98 grados Farenheit. Corre el agua por nuestras venas y nos nutrimos del agua de la lluvia para mantener  trabajando nuestro radiador.

Respiramos el aire oxigenado que nos dan las plantas que se esfuerzan por mantener el oxigeno que nosotros necesitamos mientras consumen el dióxido de carbono que exhalamos para alimentarlas a ellas. También consumimos los minerales de la tierra a través de las plantas que nos alimentan de la madre tierra que también esta dentro de nosotros.

Mira como lo mires del punto de vista científico, del punto de vista espiritual llegamos a la misma conclusión de la canción mexicana “Arrieros Somos”: “Me rio del mundo que al fin ni el es eterno por esta vida nomás pasamos”.

Porque como dijo mi bisabuelito: “Su mundo se acaba cuando usted se muera”.

Pero la vibración de la frecuencia individual se une a la vibración universal del fuego eterno del que todos somos parte.