Salvador Reza

Phoenix, Aztlán

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(Donde vive el espíritu de la verdad)

La ley de la oferta y la demanda es tan válida como las matemáticas. O sea como dice mi nieta de cuatro años: Abuelito ya se matemáticas. 2 + 2 = 4.  El problema empieza cuando solo hay cuatro helados y hay seis niños que quieren paleta. Hay dos cosas que se pueden hacer. Que solo coman cuatro niños y que dos se queden sin nada. O dividir las paleta para que cada niño un pedazo para que todos coman, o como se hace en el capitalismo: que coman los niños que tienen el dinero porque sus papas tienen buen trabajo y que los otros niños se queden mirando y llorando porque no les toco paleta.

He ahí la diferencia entre una economía justa y una economía que premia al rico y castiga al pobre, uno de los grandes problemas que estados unidos tiene con Cuba es que después del triunfo de la revolución se hizo la decisión que ningún niño iba a padecer hambre y llego el momento en que solo los niños tomaban leche y los grandes que se comportaban como becerros que se mamaban toda la leche se enojaron porque “como era posible que no hubiera leche para ellos”. 

La diferencia es que en Cuba no había niños sin su litro de leche como en las calles de Tijuana, o cualquier otra ciudad de nuestro continente incluyendo Los Ángeles, Nueva York etc.

El mercado es ciego, si hay escasez suben los precios, como dijo un millonario cuando subían los precios de la gasolina a 5 dólares por galón en California: “Y a mí que me importa. Yo tengo el dinero para pagarlo. Los pobres que usen el auto bus o el tren ligero”. 

El mercado es ciego y no le importa que seas un ser humano, y eso es también lo que pasa con el tal problema de la migración, cuando Kamala Harris fue a Guatemala y les dice, “Don’t Come”, no se lo estaba diciendo a los magnates millonarios de ese pobre país. 

Se lo estaba diciendo a los desplazados de las industrias gringas que están allí desde principios de siglo sacando bananas, frutas, azúcar, y cualquier producto que se le puede extraer valor en el mercado a un costo irrisorio donde el obrero gana el equivalente de $1.40 la hora mientras su contraparte en estados unidos gana $14 la hora.

El mercado siempre encuentra su balance y el exceso de explotación causa migraciones masivas, no solo por la falta de recursos para vivir, sino también por la diferencia en salarios donde un obrero gana 10 veces más en la cabecera del imperio que en los campos agrícolas de las colonias. 

Se pueden implementar leyes, construir muros, pero el mercado solo respeta sus leyes y es algo que no están tomando en consideración los manejadores de la pobreza, o a la mejor si lo toman en consideración, por eso no permiten que el mercado decida quién y porque vive en el lugar que le plazca sobre la faz de la Madre Tierra. 

Es muy lucrativo exprimir al obrero en México, El Salvador y Guatemala y forzarlo a quedarse en el lugar de origen en un mercado suprimido por fronteras artificiales que como una presa impide el flujo del agua, estas barreras impiden el flujo de los seres humanos que son parte de la fórmula del mercado.

Estados Unidos clama ser un país que cree en el mercado libre pero esa es la gran mentira, un mercado libre no limita el flujo de la mano de obra, pues dicen que eso dañaría los salarios en Estados Unidos. Al corto plazo quizás es verdad. Eso es lo que decían de Alemania del Este cuando cayó el muro de Berlín, sin embargo dentro de 10 años la economía Alemana se convirtió en la más fuerte de Europa; inicialmente si hubo un tiempo difícil de reacomodo y eso pasaría si se abrieran las fronteras al flujo de la mano de obra. 

Millones de indocumentados saldrían a la luz y muchos volverían a su lugar de origen revitalizando los pueblos de donde provienen, el racismo no solo es dañino para el ser humano, también es dañino para los mercados que son indiferentes al color de la piel ellos como las matemáticas nomas miden oferta y demanda.