“Catarino Viejo” no se ha ido, sigue más vivo que nunca en el corazón y el recuerdo de su gente, en especial de su esposa Marlene y su hijo Gerardo López.

El martes 16 de noviembre se cumplió un año de su trágica e inesperada muerte, como consecuencia de la imprudencia e irresponsabilidad de un conductor que, al ir a alta velocidad, impactó su camioneta contra el vehículo en el que él viajaba, a la altura de la avenida 69 y McDowell, al Oeste de Phoenix.

Alejo López, líder y fundador de Banda La Llegadora y de varias más, entre ellas La Finikera y la Llegafinix, quien se henchía de orgullo cuando la gente le llamaba “Catarino Viejo”, fue recordado con un emotivo homenaje como él era: alegre, carismático y bailador, al cumplirse el primer aniversario luctuoso de este talentoso músico que es considerado el principal impulsor de las bandas sinaloenses en el Valle del Sol, Arizona y el suroeste de los Estados Unidos.

Ese sobrenombre, en alusión al título del corrido “Catarino y los rurales”, que tanto le gustaba cantar y que, seguramente lo seguirá identificando por siempre.

En su memoria, el martes fue ofrecida una Misa en la Parroquia San Vicente de Paul, a la que asistieron su esposa, su hijo, sus padres, sus hermanas y hermanos, y demás familiares cercanos; así como los integrantes de las bandas y grupos que fundó, músicos colegas, así como amigos entre los que había empresarios, promotores, locutores de radio y fans.

Al término del acto religioso, en el que se elevaron oraciones por su eterno descanso, su esposa Marlene y su hijo Gerardo encabezaron una vigilia en el sitio donde el querido músico oriundo de Mocorito, Sinaloa perdió la vida aquella fatídica noche cuando se dirigía a trabajar tras un convivio con familiares.

Ahí, frente a un improvisado altar en una barda con varias de sus fotos, adornado con globos blancos y azules, y rodeado de veladoras, su amada banda La Llegadora a la que dedicó gran parte de su vida, interpretó en su honor varias canciones que a él le gustaban, comenzando precisamente con “Catarino y los rurales”, y siguiendo con “Amor eterno” y “El muchacho alegre”.

Familiares, compañeros, amigos y seguidores de Alejo y banda La Llegadora se trasladaron al panteón Greenwood Memory Lawn, de la 27 avenida y Van Buren, que es donde descansan sus restos, y realizaron la parte final del sentido homenaje en su honor.

Ante su tumba vistosamente adornada con globos blancos y azules, floreros con rosas, gardenias y claveles de diferentes colores, veladoras y cartulinas con mensajes de cariño, y sus fotos donde aparece siempre sonriente y jovial como era, algunos elevaron oraciones, otros simplemente observan reflexivos su última morada, y la gran mayoría se unió a las canciones que tanto le gustaban a Alejo y con las que complacía a su gente en fiestas, bailes, festivales y parrandas de ocasión.

Hubo breves pero sentidos discursos, Enrique López, su compañero de La Llegadora, expresó: “Aquí estamos para recordar a nuestro amigo Alejo. El está dormido, nos está esperando y pronto nos volveremos a encontrar con él, así que allá nos vemos Alejo”.

Marlene López, esposa de Alejo por 25 años, agradeció todas las muestras de cariño para su amado compañero, confesó que ha sido muy difícil para ella y su hijo esa partida repentina de quien era la alegría y el alma de la familia.

También, dijo, les ha costado trabajo sacar adelante las bandas, aunque entiende que era un proceso, una transición necesaria que afortunadamente está dando resultados gracias a la colaboración de los muchachos que integran las diferentes bandas.

“Muchas gracias a la gente por tanto cariño hacia mi gordito, él debe estar muy contento por todo esto, a pesar de que ha sido duro, se que él no nos abandona a Gerardo y a mí, es nuestro ángel que nos cuida y nos guía para continuar con esta empresa que con tanto esfuerzo hicimos entre los dos con el apoyo de los muchachos”, finalizó conmovida.