Un año y medio antes de ser detenido en un tiroteo que dejó cinco muertos en un club gay de Colorado Springs, Anderson Lee Aldrich supuestamente amenazó a su madre con una bomba casera, lo que obligó a sus vecinos a evacuar mientras los expertos en explosivos y negociadores de crisis le convencían para rendirse.
Pese al susto, no hay registro público de que la fiscalía presentara delitos de amenazas o secuestro contra Aldrich, o de que policía o familiares activaran la ley de “bandera roja” de Colorado que habría permitido a las autoridades confiscar las armas y la munición que la madre del hombre dijo que tenía.
Defensores del control de armas dicen que la amenaza de Aldrich en junio de 2021 es un ejemplo de cómo se ignoró una ley de bandera roja con consecuencias posiblemente mortales. Aunque no está claro si la ley podría haber impedido el ataque del sábado -esas incautaciones de armas pueden limitarse a 14 días o ser ampliadas por un juez en plazos de seis meses-, los activistas dicen que al menos podría haber frenado a Aldrich y hecho que las fuerzas de seguridad le tuvieran en su radar.
“Necesitamos héroes antes: padres, compañeros de trabajo, amigos que ven a alguien ir por este camino”, dijo el representante estatal de Colorado Tom Sullivan, cuyo hijo murió en el tiroteo en un cine de Aurora, y que presentó la ley de bandera roja del estado aprobada en 2019. “Esto debería haberles alertado”.
Pero la ley que permite retirar las armas a personas consideradas peligrosas para sí mismas o para otros apenas se ha utilizado en el estado, en especial en el condado El Paso, donde se encuentra Colorado Springs, donde Aldrich, de 22 años, supuestamente entró en el Club Q con un arma larga justo antes de la medianoche y abrió fuego antes de ser reducido por los clientes del local.