El expresidente Donald Trump ha dicho que una mayor producción energética, en particular la extracción de petróleo y gas natural, es la clave para reducir los precios de la energía y la inflación en general. Trump promete “reducir los precios de la energía a la mitad a los 12 meses” de asumir el cargo.

“Vamos a hacer fracking, fracking, fracking y perforar y perforar, nena”, dijo Trump en Detroit el 18 de octubre. “Reduciré sus precios de energía a la mitad en 12 meses… Los reduciré a la mitad a 12 meses desde que asuma el cargo. Eso va a hacer que todo baje”.

Este es un estribillo habitual en muchos de los discursos de Trump. “Tenemos una enorme riqueza en este país, pero está bajo nuestros pies. Se llama oro líquido. Y vamos a reducir sus costos de energía. Y, con eso, el resto seguirá”, dijo en un foro abierto el 16 de octubre en Fox News, en respuesta a una pregunta sobre sus “planes para revitalizar la economía”.

Los economistas y expertos en energía afirman que aumentar la oferta de petróleo y gas natural podría reducir los precios a corto plazo, si la demanda se mantiene igual, pero hay varios factores que complican el plan de Trump. El precio del petróleo se fija en un mercado global, y está sujeto a la oferta y la demanda globales y a los acontecimientos mundiales. Tanto los productores estadounidenses como los mundiales reaccionan a esos precios, evitando producir más si el precio es bajo. Los expertos que entrevistamos tampoco ven una manera de que Trump reduzca los precios de la energía para los consumidores en un 50%.

Cuando el presidente Joe Biden animó a las compañías petroleras a producir más en 2022, los expertos nos dijeron que no había una solución rápida para la escasez de suministro que se produjo en ese momento, causada por la crisis económica durante la pandemia de COVID-19. Los precios de la gasolina aumentaron cuando la demanda volvió a los niveles previos a la pandemia, y la invasión rusa de Ucrania aumentó aún más los precios. Desde entonces, los precios de la gasolina y el petróleo han bajado.

El precio promedio nacional de la gasolina regular fue de poco más de 5 dólares por galón en la semana que terminó el 13 de junio de 2022, pero el último precio bajó a 3,14; 77 centavos más alto que la semana antes de que Biden asumiera el cargo.

Según la Oficina de Estadísticas Laborales, el índice de precios al consumidor de la energía doméstica, una medida de la inflación de los artículos que se utilizan para calentar, enfriar y alimentar los hogares, ha aumentado un 29% durante el gobierno de Biden. Al igual que con la inflación en general, el IPC de la energía doméstica se ha moderado mucho desde 2022 y principios de 2023. La medida ha subido un 2,4% durante los 12 meses que terminaron en septiembre.

La producción de petróleo de EE. UU. ha alcanzado niveles récord. En 2023, el país registró un promedio de más de 12,9 millones de barriles por día, una cifra superior al récord anterior de más de 12,3 millones de barriles en 2019, según datos de la Administración de Información Energética (EIA, por sus siglas en inglés). La EIA proyectó que esa cifra aumentaría a un promedio de 13,2 millones de barriles por día para 2024.

Trump quiere que esa producción aumente mucho más.

Las políticas energéticas de Trump

Las propuestas de Trump exigen una mayor producción interna de combustibles fósiles y la reducción de regulaciones e incentivos a las energías renovables.

En Michigan, a finales de agosto, Trump dijo que podría reducir los costos de energía de los consumidores en un 50% y agregó: “Podemos hacerlo si tenemos el suministro de petróleo, y tenemos más que nadie. Su calefacción y su aire acondicionado, electricidad, gasolina, todo se puede reducir a la mitad… Para lograr esta rápida reducción en los costos de energía, declararé una emergencia nacional que nos permita aumentar drásticamente la producción, la generación y el suministro de energía… A partir del primer día, aprobaré nuevas perforaciones, nuevos oleoductos, nuevas refinerías, nuevas plantas de energía, nuevos reactores, y reduciremos la burocracia”.

Una plataforma de extracción de gas en alta mar al anochecer del 10 de mayo cerca de Fort Morgan, Alabama. Foto de J. David Ake/Getty Images.

El sitio web de la campaña de Trump dice que acelerará la aprobación de permisos y concesiones de perforación; llenará la Reserva Estratégica de Petróleo; detendrá los litigios ambientales; brindará alivio fiscal a las compañías de petróleo, gas y carbón; y revertirá las regulaciones de emisiones adoptadas bajo Biden, entre otras medidas.

Le pedimos a la campaña de Trump sustento para su afirmación de que puede reducir las cuentas de energía de los consumidores a la mitad en un año, pero no hemos recibido respuesta. El mes pasado, CNBC informó que la campaña los refirió a David Bernhardt, quien fue secretario del Interior durante el gobierno de Trump. “El presidente puede ampliar el acceso a varias áreas de desarrollo”, dijo Bernhardt, según CNBC. “Puede aumentar el número de ventas de concesiones. Puede hacer mucho para acelerar el procesamiento de solicitudes con permisos para perforar, que se han retrasado significativamente con el tiempo”.

La promesa de Trump incluye algunas afirmaciones falsas y engañosas. A menudo dice que EE. UU. tiene “más oro líquido bajo nuestros pies que cualquier otro país”, pero hay varios países con mayores reservas estimadas de petróleo y gas natural. Los expertos en energía de la Brookings Institution escribieron este verano que “las reservas de petróleo de EE. UU. ocupan entre el noveno y el undécimo lugar, según a quién se le pregunte. (La estimación de las reservas es una ciencia inexacta y las metodologías difieren). Estados Unidos ocupa el cuarto o quinto lugar en el mundo en reservas de gas natural”.

Trump también dice que EE. UU. “se volverá rápidamente independiente en materia de energía” si es elegido. Pero según la definición de Trump del término, EE. UU. también ha sido “independiente en materia de energía” bajo la administración de Biden.

Como hemos explicado antes, EE. UU. todavía importaba energía, incluido petróleo crudo, cuando Trump estaba en el cargo. Por “independiente”, probablemente se refiere a que EE. UU. producía más energía de la que consumía o exportaba más de lo que importaba. Pero eso sigue siendo así bajo el gobierno de Biden.

Lo que dicen los expertos sobre la necesidad de realizar más perforaciones para reducir los precios

Los expertos que entrevistamos dijeron que aumentar la oferta interna de petróleo y gas natural (si la demanda mundial se mantiene constante) podría reducir los precios, al menos un poco o por un corto período de tiempo. Pero aumentar la oferta es una decisión que las compañías de petróleo y gas tienen que tomar, y no estarían dispuestas a producir más por un precio menor. E incluso si pudieran incentivarlas a producir más petróleo y gas por menos ganancias, los productores internacionales reaccionarían al aumento de la oferta estadounidense reduciendo su producción.

Sanjay Patnaik, director del Centro de Regulación y Mercados e investigador principal de estudios económicos en Brookings Institution, nos dijo que había una “probabilidad muy baja de que la perforación en busca de más petróleo… haga bajar los precios”, porque esos precios se fijan en el mercado mundial. “Cualquier producción adicional que tengamos se destinará al mercado mundial, y luego dependerá de la demanda”.

El gas natural está más localizado, dijo Patnaik, y en teoría podría tener un mayor impacto en los precios. El gas natural se encuentra en un gasoducto o se envía al exterior como gas natural licuado (LNG, por sus siglas en inglés, GNL en español). Se esperaría que una mayor producción de gas natural, dijo, hiciera bajar los precios, “pero si soy un productor, no aumentaría mucho la producción porque dañaría mis ganancias”. Para el GNL exportado, tendría que haber demanda en el extranjero y sería necesario construir nuevas instalaciones.

“Sí, en igualdad de condiciones, una mayor producción de energía en EE. UU. reduciría los precios en general”, nos dijo en un correo electrónico Travis Fisher, director de estudios de política energética y medioambiental en el libertario Cato Institute. Sin embargo, los precios del petróleo “son difíciles de modificar porque están determinados por la oferta y la demanda globales”, dijo. “Pero es cierto que una mayor producción en EE. UU. ejercería una presión a la baja sobre los precios globales”.

Y los precios de la energía sí afectan el precio de otros bienes. “Reducciones significativas en el costo de todos los recursos energéticos mitigarían los aumentos generales de precios porque la energía es un insumo costoso en casi todos los bienes y servicios que se venden”, dijo Fisher.

Cullen Hendrix, investigador principal del Instituto Peterson de Economía Internacional e investigador principal no residente del Centro para el Clima y la Seguridad, nos dijo en un correo electrónico que “en términos generales, el aumento de la producción de petróleo y gas en EE. UU. reduciría los precios”, pero él también dijo que el petróleo es un producto básico global. Un gran aumento de la producción en EE. UU. “tendría efectos para otros productores, llevando a los de mayor costo a un estado de letargo. Esto es más cierto en el caso del petróleo que en el del gas, cuyo mercado está más segmentado”.

Dado que el petróleo y el gas “son productos ampliamente comercializados, es muy difícil reducir los precios unilateralmente mediante un aumento de la producción estadounidense”, dijo Hendrix. “Podría funcionar en el corto plazo (y eso todavía es dudoso), pero en el mediano y largo plazo los mercados se ajustarían en consecuencia. Los precios bajos sostenidos normalmente solo se producen cuando hay un superávit masivo en los mercados debido a la caída de la demanda. Las condiciones que tendrían que darse para que eso sucediera y se produjeran los precios deseados simplemente no son tan probables de materializar”.

Los expertos también señalaron que EE. UU. no tiene compañías de petróleo y gas estatales, como otros países, lo que limita la capacidad de un presidente para lograr que las empresas aumenten la producción. “EE. UU. no es Arabia Saudita ni Rusia: el presidente simplemente no tiene las herramientas políticas para controlar la producción y los precios del petróleo en estos niveles”, dijo Hendrix.

Los presidentes quieren recibir el crédito o echarle la culpa a los precios del petróleo y el gas, pero esos precios “están en gran medida fuera del control de la presidencia”, dijo Patnaik. “Es un panorama económico muy complejo, difícil de desentrañar”.

Un presidente podría abrir más tierras federales para la perforación, pero tomaría algún tiempo para que nuevas perforaciones de petróleo o gas estén operativas, y la dinámica del mercado podría cambiar en ese tiempo, modificando el incentivo de ganancias para los productores.

Eso es lo que nos dijeron los expertos en 2022, cuando verificamos la afirmación de Biden de que los productores de petróleo podrían simplemente aumentar la oferta con permisos federales aprobados pero no utilizados para reducir los precios. “La nueva producción lleva tiempo. En el caso de los pozos de gas o petróleo de esquisto de relleno en áreas que ya se están desarrollando, es posible que se obtengan nuevas perforaciones y producción en cuestión de meses. Cualquier nuevo contrato de concesión tardaría años en producirse”, nos dijo Samantha Gross, directora de la Iniciativa de Seguridad Energética y Clima y miembro de política exterior de Brookings.

En un tono similar a lo que hemos escuchado de otros expertos, Patrick De Haan, jefe de análisis petrolero de GasBuddy, que hace un seguimiento de los precios de los combustibles, dijo a la red estadounidense de radios, NPR, el 22 de septiembre que “en última instancia, depende del capricho de las compañías petroleras si quieren aumentar la producción o no. Y si los precios del petróleo bajan hasta el punto que el presidente quiere, sería un punto en el que muchas compañías petroleras estarían perdiendo dinero por cada barril”.

Incluso si Trump pudiera lograr que las empresas perforaran más, los productores de petróleo y otros países responderían a ese aumento de la oferta, de modo que los precios no cayeran demasiado, dijo De Haan. “Y los países fuera de EE. UU., como los países de la OPEP, Rusia, Arabia Saudita, probablemente compensarían cualquier aumento en la producción estadounidense recortando la suya propia… Ya sean productores de petróleo estadounidenses o extranjeros, nadie va a ser rentable a 35 dólares el barril, que es aproximadamente la mitad de los precios del petróleo actuales”.

En un artículo del 4 de septiembre, el Wall Street Journal citó a expertos que expresaban muchas de estas mismas dudas sobre qué tan fácilmente podría un presidente aumentar la producción y reducir los precios de la energía. Los productores de petróleo, decía el artículo, “están más centrados en devolver dinero a los accionistas que en aumentar la producción”.

En cuanto a la promesa de Trump de reducir los precios de la energía al consumidor en un 50%, Patnaik dijo que no había visto ningún estudio que la respaldara. Dijo que era “bastante improbable para mí”, particularmente en el corto plazo.

Hendrix dijo: “Mi conclusión es que Trump no podría cumplir esta promesa a menos que la economía global se derrumbe, EE. UU. se aísle de los mercados energéticos globales y los productores estadounidenses se convenzan de producir a niveles de precios que no sostenga las operaciones”.

Fisher nos dijo que “es notoriamente difícil reducir los precios de la electricidad, en parte porque las políticas a nivel estatal y federal están ejerciendo una presión significativa al alza sobre ellos”. Dijo que si Trump prometiera anular las políticas federales que podrían aumentar los precios futuros de la electricidad, “lo consideraría una política viable. Pero no veo forma de que las reformas políticas a nivel federal reduzcan las facturas de electricidad actuales a la mitad”.

El promedio anual mensual de una cuenta de electricidad de un hogar en EE. UU. ha aumentado de aproximadamente 117 de dólares en 2020 a 138 dólares en 2023, un aumento del 18%. Eso es en términos nominales, es decir, no ajustados a la inflación, y la mayor parte del aumento se produjo entre 2021 y 2022. El año pasado, la cuenta promedio aumentó un 2%, por debajo de la inflación y “en línea con el aumento anual promedio del 2% durante la última década”, según un informe de la EIA.

Las cuentas de electricidad varían según el estado, desde un promedio de 87 dólares por mes en Utah el año pasado hasta 213 dólares en Hawaii.

Al describir su promesa de reducir los costos de la energía, Trump también ha señalado los bajos precios de la gasolina durante su mandato, citando una cifra de 1,87 dólares por galón. A lo largo de la campaña, Trump se ha jactado repetidamente (y de manera engañosa) de haber logrado reducir la gasolina a ese nivel. Pero precios como ese se produjeron al principio de la pandemia de COVID-19, cuando la demanda mundial cayó porque la gente se quedó en casa y los negocios cerraron. La gasolina alcanzó un mínimo de 1,77 dólares la semana del 27 de abril de 2020.

“El precio de la gasolina de 1,87 dólares que Trump ha fijado como meta se produjo en el contexto de la peor pandemia y recesión mundial desde la Gran Depresión. A menos que esté planeando provocar una recesión masiva como esa (y estoy seguro de que no es así), sería imposible aumentar la producción estadounidense lo suficiente como para alcanzar ese objetivo en el corto plazo (un año), además de ser contraproducente desde el punto de vista económico”, dijo Hendrix.

Cuando Trump dejó el cargo, la gasolina costaba 2,38 dólares el galón, mientras la economía aún se estaba recuperando.

Traducción de Google Translate editada por Catalina Jaramillo.

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