La vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump tienen un historial marcadamente diferente en materia de cambio climático. 

Durante su presidencia, Trump relajó los topes máximos de emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de centrales eléctricas, vehículos y otras fuentes, debilitó los estándares de eficiencia energética y abandonó el Acuerdo de París, un importante acuerdo internacional de 2015 para limitar el calentamiento global.

Bajo la presidencia de Joe Biden, Estados Unidos se reincorporó al Acuerdo de París y estableció objetivos de reducción de emisiones. La administración Biden-Harris avanzó en el cumplimiento de esos objetivos, incluso mediante regulaciones y la aprobación de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) y la Ley de Inversión en Infraestructura y Empleo, que apoyan la inversión en energía limpia y la infraestructura relacionada. Harris emitió el voto decisivo en 2022 para aprobar la ley IRA en el Senado. 

Sin embargo, Estados Unidos aún no está en vías de cumplir los objetivos de reducción de emisiones para 2030. Para lograrlo, el próximo gobierno presidencial deberá tomar medidas adicionales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Y un gobierno hostil a la acción climática podría erosionar el progreso hacia el cumplimiento de esos objetivos.

Para destacar las agendas climáticas de los dos candidatos, analizamos sus materiales de campaña y sus declaraciones recientes.

La urgencia del cambio climático

Harris, debate presidencial en ABC News, Filadelfia, 10 de septiembreBueno, el expresidente había dicho que el cambio climático es un engaño. Y lo que sabemos es que es muy real. Pregúntele a cualquiera que viva en un estado que haya experimentado estos fenómenos meteorológicos extremos, a quien se le niega ahora un seguro de vivienda o se lo están aumentando. Pregúntele a cualquiera que haya sido víctima de lo que eso significa en términos de perder su hogar, no tener a dónde ir. Sabemos que realmente podemos abordar este problema.

Trump, entrevista con Elon Musk, X, 12 de agosto: La mayor amenaza no es el calentamiento global, que significa que el nivel del océano aumentará un octavo de pulgada en los próximos 400 años y que entonces habrá más propiedades frente al mar. La mayor amenaza no es esa. La mayor amenaza es el calentamiento nuclear

En sus pocas referencias directas al cambio climático durante su campaña presidencial, Harris ha dejado claro que lo considera un problema urgente. Trump ha hecho reiteradas declaraciones falsas sobre la ciencia climática e indicado que no considera que la mitigación del calentamiento global sea una prioridad.

Las declaraciones de la campaña de Harris y las propias de Harris sobre el cambio climático a menudo han utilizado la palabra “crisis”.

Durante su discurso del 22 de agosto en la Convención Nacional Demócrata, Harris enumeró las “libertades fundamentales” que están “en juego” en las elecciones, incluida la “libertad de respirar aire limpio, beber agua limpia y vivir libre de la contaminación que alimenta la crisis climática”.

Como lo había hecho anteriormente en la campaña electoral, en el debate presidencial del 10 de septiembre, Harris contrastó su visión del cambio climático, que correctamente llamó “muy real”, con las declaraciones anteriores de Trump de que es un “engaño”.

Trump no ha usado la palabra “engaño” para describir el cambio climático durante su actual campaña presidencial, pero sí ha difundido repetidamente falsedades sobre el aumento del nivel del mar, ha puesto en duda incorrectamente la idea de que la Tierra se está calentando y ha indicado que no considera que el cambio climático sea importante.

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En el debate Trump-Biden del 27 de junio, Trump primero no respondió a una pregunta sobre el cambio climático. Cuando lo presionaron, siguió eludiendo el tema y mencionó el agua y el aire limpios en lugar de abordar directamente el cambio climático causado por las emisiones de gases de efecto invernadero.

“Quiero agua absolutamente inmaculada y limpia, y quiero aire absolutamente limpio, y lo tuvimos. Tuvimos H2O, tuvimos los mejores números de la historia. Y lo hicimos, usamos todas las formas de energía, todas las formas, todo. Y, sin embargo, durante mis cuatro años, tuve los mejores números ambientales de la historia”, dijo Trump. El expresidente ha seguido afirmando que EE. UU. tuvo el “aire más limpio” y el “agua más limpia” durante su presidencia.

Como escribimos en el momento del debate, las emisiones de gases de efecto invernadero disminuyeron temporalmente al final de la presidencia de Trump, pero esto se debió a la reducción de la actividad durante la pandemia de COVID-19. La administración Trump revocó muchas regulaciones ambientales, incluidas 28 sobre contaminación del aire y emisiones y ocho sobre contaminación del agua.

En su discurso del 18 de julio en la Convención Nacional Republicana y cuando debatió con Harris en septiembre, Trump no mencionó el cambio climático, salvo para referirse indirectamente en la convención a sus planes de revertir los esfuerzos para mitigarlo, a los que llamó la “nueva estafa verde”, y para manifestar su intención de “perforar, nena, perforar”.

En mítines y otros eventos, Trump ha sido más expansivo.

Trump suele dar información variada e incorrecta sobre el alcance del aumento del nivel del mar, mientras minimiza su impacto. “Y nadie sabe si eso es cierto o no, pero les preocupa que el océano suba un octavo de pulgada o un cuarto de pulgada en 300 años”, dijo en un foro abierto de Univision el 16 de octubre en Miami, como parte de una larga respuesta a una pregunta de un floridano que le preguntó si todavía consideraba que el cambio climático era un engaño. (De hecho, el océano ya está subiendo más de un octavo de pulgada por año). Trump también se refirió al “nuevo engaño verde” en su respuesta, refiriéndose a los esfuerzos para combatir el cambio climático.

Como ha hecho a menudo, Trump comparó sus declaraciones sobre el aumento del nivel del mar con las preocupaciones sobre la guerra nuclear (a la que a veces se refiere como “calentamiento nuclear”) en un aparente intento de restar importancia al calentamiento global en comparación. “Lo que me preocupa son las armas nucleares de mañana”, dijo en el evento de Univision.

Trump también ha recurrido repetidamente a viejos clichés para intentar poner en duda la ciencia climática, entre otras cosas afirmando incorrectamente que la gente ha dejado de utilizar el término calentamiento global porque la Tierra se está enfriando en algunos lugares. También ha afirmado falsamente recientemente en múltiples eventos que la Tierra se está enfriando.

“¿Recuerdan cuando hablaban de calentamiento global? Ya no lo dicen. Hablan de cambio climático porque el planeta se está enfriando”, dijo Trump en un mitin el 18 de septiembre en Uniondale, Nueva York.

Como muchos científicos han afirmado una y otra vez, hay evidencia clara de que las emisiones humanas de gases de efecto invernadero han provocado un aumento de la temperatura media global desde el período preindustrial.

El Acuerdo de París y la cooperación internacional

Trump, entrevista con WPXI, 20 de octubre: Vamos a salir [del Acuerdo de París] otra vez porque es una estafa. Pagamos un billón de dólares. Otros países no pagan nada. China no paga nada… Es un acuerdo ridículo y unilateral.

Harris, entrevista en CNN, 29 de agosto: Hemos establecido objetivos para los Estados Unidos de América y, por extensión, para el mundo, sobre cuándo debemos cumplir ciertos estándares de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Como lo prometió durante la campaña de 2016, la administración Trump se retiró del Acuerdo de París tan pronto como pudo, en noviembre de 2020. En febrero de 2021, Estados Unidos se reincorporó al acuerdo bajo el liderazgo de Biden.

Como parte de la reincorporación al acuerdo, la administración Biden-Harris se comprometió a reducir entre el 50% y el 52% las emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a los niveles de 2005 para 2030. Las naciones participantes deben establecer un compromiso de reducción de emisiones cada cinco años; el próximo conjunto de compromisos está programado para 2025.

Si es elegido, Trump ha prometido en su Agenda 47 abandonar una vez más el “horrendamente injusto” Acuerdo de París, y ha seguido refiriéndose a él como “horriblemente injusto”, “ridículo”, “desastroso” o “el documento más injusto que jamás haya visto”.

No pudimos encontrar comentarios de Harris sobre el Acuerdo de París desde que comenzó su campaña presidencial, pero ha expresado su apoyo a la cooperación internacional y al establecimiento de objetivos climáticos.

“Como dijo la vicepresidenta en la conferencia internacional sobre clima, COP28, ella sabe que enfrentar este desafío global requerirá cooperación global y está comprometida a continuar y desarrollar el liderazgo climático internacional de Estados Unidos”, dice la sección de temas del sitio web de Harris, refiriéndose a la conferencia celebrada a fines del año pasado, que se centró en la implementación del Acuerdo de París.

El Acuerdo de París, negociado a través de las Naciones Unidas, incluye compromisos de los países más ricos con mayores contribuciones históricas al cambio climático, como Estados Unidos, para proporcionar financiación a los países en desarrollo para mitigar y adaptarse al cambio climático. El acuerdo también alienta a los países en desarrollo a contribuir.

Trump ha afirmado en repetidas ocasiones que el Acuerdo de París costaría a Estados Unidos miles de millones (o, en ocasiones, un billón de dólares) mientras que a otros países no les costaría nada. De hecho, solo en 2022, las naciones más ricas aportaron casi 116.000 millones de dólares en financiación climática a los países en desarrollo. Estados Unidos donó 5.800 millones de dólares ese año, según la administración Biden-Harris, además de contribuir a los bancos que proporcionan subvenciones y préstamos para proyectos relacionados con el clima en los países en desarrollo. La administración Biden-Harris se comprometió a alcanzar más de 11.000 millones de dólares en financiación climática anual en 2024, aunque no está claro si cumplirá esta meta.

Trump se queja a menudo de que China no ha contribuido en nada al Acuerdo de París. A veces se clasifica a China como país en desarrollo y no ha contribuido a la financiación climática a través de la ONU, pero China ha proporcionado por separado cierta financiación climática a otras naciones.

Una segunda retirada de Trump del Acuerdo de París tendría “implicaciones significativas para la financiación climática”, escribió Gautam Jain, investigador principal del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia, en una publicación de blog del 15 de octubre. No solo podría afectar las contribuciones de Estados Unidos, sino también las de otros países.

“Dado que el acuerdo [de París] no es jurídicamente vinculante y se basa en la confianza y el liderazgo, la postura adoptada por la mayor economía marca el tono para el resto del mundo”, escribió.

La inversión en energías renovables y la Ley de Reducción de la Inflación

Harris, entrevista en CNN, 29 de agosto: Creo que es muy importante que nos tomemos en serio lo que debemos hacer para protegernos de lo que es una clara crisis en términos climáticos. Y para hacerlo, podemos hacer lo que hemos logrado hasta ahora: la Ley de Reducción de la Inflación. Lo que hemos hecho es invertir, según mis cálculos… probablemente un billón de dólares en los próximos diez años, en una economía de energía limpia.

Trump, discurso en el Economic Club de Nueva York, 5 de septiembre: Para derrotar aún más a la inflación, mi plan pondrá fin al Green New Deal, al que llamo la nueva estafa verde. Probablemente, la mayor estafa de la historia. Una estafa de 10 billones de dólares que desperdiciamos. Los tiramos, como si arrojáramos dinero por la ventana. En realidad, nos hace retroceder en lugar de hacernos avanzar. Y rescindiré todos los fondos no gastados en virtud de la mal llamada Ley de Reducción de la Inflación.

Seguir implementando la Ley de Reducción de la Inflación, que brinda un apoyo significativo a los proyectos de energía renovable, es clave para avanzar en las metas de reducción de emisiones. Un análisis de nueve modelos separados publicado en Science en 2023 concluyó que, en promedio, con la ley IRA en vigencia, las emisiones de EE. UU. llegarían a ser un 37% inferiores a los niveles de 2005 para 2030, en comparación con una reducción de apenas el 28% sin ella.

Un análisis de Carbon Brief de marzo de 2024 estimó de manera similar que, si se implementaran plenamente la ley IRA y otras políticas de Biden-Harris, Estados Unidos alcanzaría una reducción del 43% en las emisiones con respecto a los niveles de 2005 para 2030, mientras que una reversión de esas políticas resultaría en una disminución del 28%, una diferencia de unos 4.000 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono. La estimación no tiene en cuenta las políticas adicionales que cualquiera de las dos administraciones podría promulgar.

Harris ha indicado su continuo apoyo a la implementación y ampliación de las disposiciones climáticas de la ley IRA.

La breve sección sobre el clima en el sitio web de la campaña de Harris destaca su papel en la emisión del voto decisivo a favor de la Ley de Reducción de la Inflación y su papel “construyendo una próspera economía de energía limpia, al tiempo que garantiza la seguridad e independencia energética de Estados Unidos con una producción de energía récord.”. El texto continúa: “Como presidenta, unirá a los estadounidenses para hacer frente a la crisis climática a medida que se basa en este trabajo histórico”. 

Por el contrario, Trump ha expresado hostilidad hacia los proyectos de energía renovable, en particular los que involucran energía eólica, e indicó que retrasaría una mayor implementación de la ley IRA. 

Trump ha rebautizado la ley IRA y otras iniciativas relacionadas con el cambio climático como la “nueva estafa verde”, un juego de palabras a partir del Green New Deal, una resolución no vinculante que los demócratas propusieron en 2019 sobre cómo combatir el cambio climático. Como senadora, Harris copatrocinó la resolución, pero esta nunca se sometió a votación en el Senado.

En la Convención Nacional Republicana, Trump pareció comprometerse a redirigir el dinero destinado a las iniciativas climáticas. “Y todos los billones de dólares que están ahí sin gastar, los redirigiremos a proyectos importantes como carreteras, puentes, represas y no permitiremos que se gasten en las nuevas ideas de estafa verde sin sentido”, dijo. (La ley IRA proporciona financiación para proyectos hidroeléctricos y ciertos proyectos de infraestructura de transporte). Trump ha seguido mencionando a menudo la “nueva estafa verde”, prometiendo “terminarla”.

En un discurso pronunciado el 5 de septiembre en el Club Económico de Nueva York, Trump fue más específico y prometió “rescindir todos los fondos no gastados bajo la mal llamada Ley de Reducción de la Inflación”.

Ni Harris ni Trump han explicado con detalle qué harían para ampliar o debilitar las partes de la ley IRA relacionadas con la energía limpia.

La ley IRA incluye más de 142 mil millones de dólares en fondos para diversos préstamos, subvenciones y otros gastos directos relacionados con la lucha contra el cambio climático, como la construcción o reutilización de fábricas para fabricar vehículos más limpios o la concesión de reembolsos de energía a las personas.

También incluirá créditos fiscales para proyectos de energía renovable, vehículos eléctricos y esfuerzos relacionados con la eficiencia energética, que posiblemente totalizarán más de un billón de dólares en 10 años, dependiendo de cuántos créditos fiscales se soliciten. Los créditos fiscales para proyectos de energía eólica, solar y de almacenamiento de baterías marcarán la diferencia más significativa en la reducción de emisiones, dicen los analistas. 

Trump podría mitigar el impacto de la ley IRA, pero habría límites a su capacidad para detener el gasto.

De los 105.000 millones de dólares asignados para subvenciones, casi la mitad ya se había gastado o comprometido hasta julio, según un informe del Instituto Sabin, y se espera que haya más gastos o compromisos antes de que termine la administración Biden-Harris. También hay límites sobre la cantidad de fondos restantes que se podrían redireccionar, según el informe. La próxima administración podría reasignar como máximo el 10% de los fondos para cualquier programa determinado.

Según el informe de Sabin, los créditos fiscales en virtud de la ley IRA “son generalmente menos vulnerables a la interferencia ejecutiva directa que sus disposiciones sobre gastos”. Trump necesitaría la cooperación del Congreso para eliminar los créditos fiscales relacionados con la ley IRA, explicó Jason Bordoff, director fundador del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia en una publicación de blog, pero potencialmente podría dificultar su aprovechamiento. 

Trump ha criticado repetidamente la energía eólica, alegando que es demasiado cara y perjudicial para el medio ambiente (de hecho, la energía eólica terrestre tiene un coste similar o inferior al del gas natural). Además, las afirmaciones de Trump sobre los daños ambientales de los parques eólicos, que a menudo se centran en las amenazas a las aves, no ponen estas amenazas en contexto con otras amenazas ambientales, como las colisiones de aves con edificios y el propio cambio climático).

La Agenda 47 establece que Trump “detendrá de inmediato todas las políticas de Joe Biden que distorsionan los mercados energéticos, limitan la elección de los consumidores y aumentan los costos para los consumidores, incluidos los subsidios demenciales a la energía eólica”. La energía eólica en 2023 representó alrededor del 10% de toda la generación de electricidad a escala de servicios públicos en los EE. UU.

La Agenda 47 expresa su apoyo a la energía nuclear, la energía hidroeléctrica y el “carbón limpio”. Durante su presidencia, Trump promovió créditos fiscales para la captura y almacenamiento de carbono y la energía nuclear cuando firmó la Ley de Presupuesto Bipartidista de 2018.

Como hemos dicho, la ley IRA proporciona financiación para proyectos de energía hidroeléctrica, así como créditos fiscales para preservar las centrales nucleares existentes y fomentar el desarrollo de reactores nucleares avanzados. No está claro a qué se refiere Trump con “carbón limpio”, pero la ley IRA también incluye incentivos para la captura y almacenamiento de carbono, que pueden utilizarse para reducir las emisiones de las centrales eléctricas de carbón.

Además de la ley IRA, Trump dijo que pondría fin a los proyectos eólicos marinos, mientras que la administración Biden-Harris ha aprobado 10 proyectos de este tipo en aguas federales.

Cuando Trump habla de proyectos solares, sus comentarios son más variados. En un evento de campaña el 22 de octubre en su club de golf en Miami, por ejemplo, Trump dijo que estaba “a favor de la energía solar” antes de continuar: “El otro día vi un campo solar que parecía ocupar la mitad del desierto. Nunca había visto nada parecido. Es todo acero, vidrio y cables y parece un infierno. Y ves conejos, se quedan atrapados en él”.

Si bien las granjas solares a gran escala pueden ocupar cientos o miles de acres, su huella debe ponerse en el contexto de otros desarrollos, como los campos de golf, y los beneficios ambientales de sus bajas emisiones de carbono. Los desarrolladores de granjas solares también están tratando de hacer planes que mitiguen los efectos sobre los animales.

Trump también ha dicho que podría eliminar el crédito fiscal de 7.500 dólares de la ley IRA para vehículos eléctricos. (Para más información sobre vehículos eléctricos, lea la siguiente sección).

Por el contrario, Harris ha destacado los logros de la ley IRA, incluido el aumento de la capacidad de almacenamiento de baterías del país, junto con la fabricación de energía solar y la producción de energía eólica. En el documento A New Way Forward for the Middle Class (Un nuevo camino adelante para la clase media), Harris dice que su administración seguirá “invirtiendo en una economía de energía limpia próspera”. También promete “avanzar en los esfuerzos para reducir directamente los costos de energía en el hogar para las familias trabajadoras”, mencionando los créditos fiscales para las tecnologías de energía en el hogar en virtud de la ley IRA.

En el documento, la campaña de Harris también parece aludir a la necesidad de reformar los permisos para proyectos de energía renovable, haciendo referencia a planes para “reducir la burocracia para que los proyectos de energía limpia se completen de manera rápida y eficiente”. También propone apoyo a las industrias del cemento y el acero para reducir las emisiones.

Y la campaña promete “desbloquear actualizaciones, eficiencias y una construcción más rápida de una red eléctrica de menor costo y más resistente para acelerar el despliegue de tecnologías de vanguardia que son fundamentales para producir y distribuir más energía, brindar resiliencia a los desastres climáticos y reducir los costos”.

A partir de 2023, más de una quinta parte de la generación eléctrica de Estados Unidos provendrá de fuentes renovables. Será necesario integrar Los nuevos proyectos de energía renovable tendrán que integrarse a la red eléctrica, y el próximo presidente tendrá influencia sobre las políticas relacionadas con la red. 

Vehículos eléctricos y normas de emisiones

Trump, Johnstown, Pensilvania, 30 de agosto: Kamala Harris quiere ilegalizar su automóvil y camión y obligarlo a comprar vehículos eléctricos, le gusten o no, pueda pagarlos o no, y no llegan muy lejos.

Harris, Flint, Michigan, 4 de octubre: Nos aseguraremos de que la próxima generación de avances, desde baterías avanzadas hasta vehículos eléctricos, no solo sean inventados sino construidos aquí mismo, en Estados Unidos, por trabajadores sindicalizados estadounidenses. Y Michigan, seamos claros: al contrario de lo que sugiere mi oponente, nunca les diré qué tipo de automóvil deben conducir.

A pesar de que Trump dice que “ama” los vehículos eléctricos, los ha menospreciado y ha difundido información errónea sobre ellos a lo largo de su campaña, incluso después de recibir su apoyo del director ejecutivo de Tesla, Elon Musk. Harris, por su parte, no ha dicho mucho sobre los vehículos eléctricos, pero en el pasado ha hablado positivamente de ellos y los ha apoyado en varias políticas.

Trump ha dicho que los vehículos eléctricos “no llegan muy lejos”, “cuestan demasiado” y “son todos fabricados en China”. Ha seguido afirmando que la administración Biden-Harris gastó unos 9.000 millones de dólares para construir ocho estaciones de carga para vehículos eléctricos, una enorme exageración, como hemos escrito.

El expresidente ha afirmado falsamente que las baterías hacen que los camiones eléctricos sean tan pesados que “cada puente tiene que ser reconstruido porque el peso es el doble y el triple que el de un camión cisterna de gasolina o diésel”. Eso es falso. Todos los semirremolques tienen un límite de peso de 80.000 libras y los puentes están construidos para soportar ese peso, como han explicado nuestros colegas del Washington Post. El peso adicional de un camión eléctrico, que no es el doble del de los camiones convencionales, significa que los vehículos no pueden transportar tanta carga.

Trump también ha afirmado incorrectamente que las gigantescas plantas automotrices chinas que se están construyendo en México, muchas de ellas para vehículos eléctricos, eliminarán “todos los empleos” en la industria automotriz en los EE. UU. Como escribimos, solo hay una pequeña planta automotriz china en México, anunciada durante el mandato de Trump. No hay otras en construcción.

En la campaña electoral y en su Agenda 47, Trump ha dicho con frecuencia que pondrá fin al “mandato” de vehículos eléctricos. Pero como hemos escrito antes, no existe un mandato para vehículos eléctricos. En marzo, la administración Biden-Harris completó las regulaciones ambientales que reducen las emisiones de carbono y otros contaminantes de los automóviles y camiones, que comenzaran con los vehículos del año modelo 2027. Las normas de emisiones son lo suficientemente estrictas como para que se espere que aumente drásticamente la cantidad de vehículos eléctricos en la carretera. Pero los fabricantes de automóviles en última instancia determinan cómo cumplir y no existe ningún requisito de que solo fabriquen vehículos eléctricos.

De hecho, si bien el objetivo de la administración Biden-Harris es que los vehículos de cero emisiones representen el 50% de las ventas de automóviles nuevos para 2030, las regulaciones son neutrales en términos tecnológicos. Las proyecciones de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) indican que las ventas de vehículos eléctricos nuevos podrían ser tan bajas como el 30% o tan altas como el 56% en 2032 bajo las nuevas regulaciones. Después de un cambio en las normas propuestas, que exigía reducciones más rápidas de la contaminación, la industria automotriz en su conjunto no se ha opuesto a las nuevas normas.

La campaña de Harris ha dicho que “no apoya un mandato de vehículos eléctricos” y Harris ha dicho a los votantes que “nunca les dirá qué tipo de automóvil tienen que conducir”. Sin embargo, en su última campaña presidencial en 2019, apoyó la eliminación gradual de las ventas de automóviles de combustión interna para 2035.

Se proyecta que para 2032, las normas de emisiones de Biden-Harris reducirán las emisiones de gases de efecto invernadero casi a la mitad para automóviles, camionetas, SUV y minivans, en relación con las normas anteriores.

Trump planea revertir las regulaciones de emisiones de la administración Biden-Harris y los estándares de ahorro de combustible que las acompañan. También le dijo a Reuters que consideraría terminar con un crédito fiscal de 7.500 dólares para vehículos eléctricos incluido en la ley IRA.

El crédito, que pretende impulsar la industria nacional de vehículos eléctricos y reducir la dependencia de China, tiene múltiples requisitos. Hay un límite de ingresos para los compradores y un tope de precio para los vehículos. Los vehículos no son elegibles a menos que se ensamblen en América del Norte. El monto del crédito también está vinculado al lugar donde se fabricaron los componentes de la batería y donde se extrajeron o procesaron las materias primas de la batería, como el litio y el grafito. Para calificar, un porcentaje de cada uno debe haberse producido en los EE. UU. o en otro lugar de América del Norte. (En mayo, el Departamento del Tesoro de los EE. UU. relajó algunos de los requisitos de minerales hasta 2027 en reconocimiento de que prácticamente todo el grafito proviene actualmente de China).

Trump ha dicho que él en cambio invitará a los fabricantes de automóviles chinos a construir automóviles en Estados Unidos. “Vamos a dar incentivos, y si China y otros países quieren venir aquí y vender automóviles, construirán plantas aquí y contratarán a nuestros trabajadores”, dijo a Reuters en agosto.

Trump también ha dicho que impondrá aranceles del “200, 250%” a los autos chinos fabricados en México (y pidió un arancel del 60% a todos los productos chinos). “Si impones aranceles a esos autos, van a llegar aquí”, dijo Trump a Reuters. “Es muy simple. No es complicado”. Pero como hemos escrito, el actual acuerdo comercial con México, que Trump negoció, no permite aranceles solo a los autos chinos.

Gravar las importaciones de vehículos eléctricos de China no es una idea exclusiva de los republicanos. Aunque muy pocos estadounidenses compran vehículos eléctricos chinos, en septiembre la administración Biden-Harris aprobó un arancel del 100% para los vehículos eléctricos y un arancel del 25% para las baterías, piezas y minerales de vehículos eléctricos importados de China. La mayoría de estos fueron aumentos de aranceles creados en la era Trump, cuando los aranceles se fijaron en un 25% para los vehículos eléctricos y en un 7,5% para las baterías y sus componentes. (También en septiembre, la administración Biden-Harris propuso prohibir el software desarrollado en China para los automóviles. Si se concreta, esto prohibiría efectivamente todos los automóviles chinos independientemente del lugar de producción).

Aunque la agenda de Harris solo menciona los vehículos eléctricos una vez (cuando establece que Harris tomará medidas cuando los trabajadores y las empresas estadounidenses se vean amenazados por China), se espera que su administración continúe apoyando las políticas favorables a los vehículos eléctricos implementadas durante la administración Biden-Harris.

Por ejemplo, la Ley de Inversión en Infraestructura y Empleo, promulgada en 2021, incluyó 7.500 millones de dólares para infraestructura de carga de vehículos eléctricos y financiación para la investigación y el desarrollo de baterías para vehículos eléctricos. A finales de 2021, cuando anunció estas inversiones como vicepresidente, Harris calificó a los vehículos eléctricos como una “solución” a la “contaminación de los vehículos propulsados por combustibles fósiles”.

La ley IRA, que Harris afirma que “desarrollará” en su sitio web, incluyó inversiones significativas en infraestructura de carga, fabricación nacional y, como mencionamos, créditos fiscales para que las personas compren vehículos eléctricos nuevos y usados.

“Me aseguraré de que Estados Unidos, no China, gane la competencia por el siglo XXI, y por eso, según mi plan, invertiremos en las industrias que construyeron Estados Unidos, como el acero, el hierro y la gran industria automotriz estadounidense”, dijo en un evento celebrado el 18 de octubre en Michigan con el sindicato local de trabajadores automotrices. “Y nos aseguraremos de que la próxima generación de avances, desde baterías avanzadas hasta vehículos eléctricos, no solo se inventen, sino que se construyan aquí mismo, en Estados Unidos, por trabajadores sindicalizados estadounidenses”.

Proyectos de combustibles fósiles

Trump, Atlanta, 15 de octubre: Para aplastar la inflación nos volveremos rápidamente independientes energéticamente y vamos a hacer fracking, fracking, fracking y perforaremos, nena, perforaremos.

Harris, debate presidencial en ABC, 10 de septiembre: Fui el voto decisivo en la aprobación de la Ley de Reducción de la Inflación, que abrió nuevas oportunidades para el fracking. Mi postura es que tenemos que invertir en diversas fuentes de energía para reducir nuestra dependencia del petróleo extranjero. Hemos tenido el mayor aumento de la producción nacional de petróleo en la historia debido a un enfoque que reconoce que no podemos depender demasiado del petróleo extranjero. 

Trump ha dejado clara su postura sobre la extracción de combustibles fósiles al utilizar un eslogan republicano que utilizó por primera vez en 2008: “Drill, baby, drill!” (¡Perforar, nena, perforar!). Una de sus propuestas clave es reducir los precios de la energía mediante el aumento de la producción de petróleo y gas natural, o lo que él llama “oro líquido”.

Pero, como nos dijeron los expertos, si bien el aumento de la oferta podría ejercer una presión a la baja sobre los precios en el corto plazo, si la demanda se mantiene constante, los precios se fijan en un mercado global, sujeto a los acontecimientos mundiales. Los productores de todo el mundo no querrán perforar más si los precios son demasiado bajos. Además, los nuevos pozos de petróleo o gas tardan en entrar en funcionamiento. (Para más información, ver “Temas de la campaña: La propuesta de Trump de bajar los precios aumentando la producción energética”).

El plan de Trump para aumentar la producción de petróleo y gas natural, que ya se encuentra en niveles récord, incluye acelerar la aprobación de permisos y arrendamientos federales, aumentar la cantidad de terrenos públicos disponibles para perforaciones y acelerar la aprobación de gasoductos naturales en Pensilvania, Virginia Occidental y Nueva York. También ha mencionado reactivar el proyecto del oleoducto Keystone XL que fue cancelado en 2021.

Según fuentes anónimas, el Washington Post informó que Trump exaltó sus planes para ayudar a la industria, entre ellos revertir las restricciones a las perforaciones en Alaska y ofrecer más concesiones petroleras en el Golfo de México, mientras hablaba ante una sala de ejecutivos petroleros en abril. Sugirió que el grupo debería a cambio recaudar mil millones de dólares para su campaña, lo que calificó de “un trato”, según el relato del Post.

“Desde el primer día, aprobaré nuevas perforaciones, nuevos oleoductos, nuevas refinerías, nuevas plantas de energía, nuevos reactores y reduciremos la burocracia”, dijo en un evento de campaña en Michigan en agosto.

Trump también ha prometido deshacer de inmediato una pausa temporal en las aprobaciones de nuevos proyectos de gas natural licuado, o GNL, que exporten a países que no tienen acuerdos de libre comercio con EE. UU. Citando la “crisis climática”, la administración Biden-Harris anunció la pausa en enero. El Departamento de Energía dijo que la pausa era necesaria para actualizar los análisis de impacto económico y ambiental que ayudan a la agencia a determinar si los proyectos son de interés público. También señaló que EE. UU. se había convertido recientemente en el principal exportador de GNL del mundo.

La pausa temporal afectó a una docena de proyectos de GNL con solicitudes pendientes, incluida una gran instalación en Luisiana, según una lista compilada por el Centro de GNL. La pausa fue impugnada por 16 estados liderados por republicanos en marzo y bloqueada por un juez federal en Luisiana, quien determinó que la revisión del DOE tenía que ser “expedita”. Como informó Politico, el fallo no requirió que el DOE emitiera ningún permiso, pero la agencia autorizó una instalación a fines del verano. Los expertos le dijeron a Politico en septiembre que no esperaban más autorizaciones mientras Biden esté en el cargo.

En cuanto a las afirmaciones de Trump durante la campaña y en su agenda de “hacer que Estados Unidos vuelva a ser energéticamente independiente”, como hemos escrito, Estados Unidos nunca fue 100% autosuficiente en materia de energía durante su presidencia, y no es probable que lo sea en el futuro, según los expertos. Durante la administración de Trump, el país produjo más energía de la que consumió y exportó más energía de la que importó. Es probable que eso sea lo que Trump quiere decir con “independencia energética”. Según esa definición, Estados Unidos ha seguido siendo “independiente energéticamente” bajo Biden. Pero bajo ambas administraciones, Estados Unidos ha importado petróleo y otras formas de energía para satisfacer la demanda interna. 

Aunque la agenda de Harris claramente difiere de la de Trump en que prioriza el crecimiento de una economía de energía limpia, Harris ha promocionado aumentos en la producción de combustibles fósiles en ocasiones, al mismo tiempo que ha resaltado su papel en defensa de “comunidades que estaban siendo envenenadas por los contaminadores y las grandes petroleras”.

Como fiscal general de California, Harris inició una investigación sobre si Exxon Mobil mintió sobre los riesgos del cambio climático y ayudó a presentar cargos contra una empresa de oleoductos después de un derrame de petróleo en 2015 cerca de Santa Bárbara.

Harris ha enfatizado la necesidad de contar con diversas fuentes de energía y ha dicho que no apoya la prohibición del fracking, un cambio respecto de su postura cuando se postulaba para ser la candidata presidencial demócrata de 2020.

“Podemos crecer y podemos aumentar una economía próspera de energía limpia sin prohibir el fracking”, dijo en una entrevista con CNN en agosto.

Vale la pena señalar que los presidentes solo tienen autoridad para restringir la perforación en tierras federales, donde se realiza un pequeño porcentaje de la producción de petróleo y gas natural en Estados Unidos.

Durante su debate con Trump, Harris destacó que la ley IRA “abrió nuevos caminos para el fracking”.

Como condición para subastar los contratos de licitación para el desarrollo de la energía eólica marina, la ley IRA exige que el gobierno subaste los contratos de licitación de al menos 60 millones de acres para petróleo y gas. La ley también requería que el gobierno avanzara con ciertas ventas de licitaciones que Trump había comenzado, pero Biden había pausado. Estas disposiciones fueron el resultado de negociaciones con el senador Joe Manchin de Virginia Occidental, que era demócrata pero ahora es independiente.

A fines de 2023, el Departamento del Interior anunció su plan final para 2024-2029, y afirmó que había alcanzado el mínimo de 60 millones de acres para permitir que se procediera a licitaciones de energía eólica con un total de tres ventas de licitaciones de petróleo y gas, todas en el Golfo de México. El comunicado del departamento señaló que se trataba de la menor cantidad de concesiones de la historia y que tanto las áreas consideradas como el número de concesiones se había “reducido significativamente” con respecto a la propuesta original de la administración Trump, que incluía “47 ventas de licitaciones en todas las áreas costeras”, incluida Alaska.

En cuanto a las exportaciones de GNL a países que no son signatarios de acuerdos de libre comercio, un portavoz de la campaña de Harris sugirió que la vicepresidenta se guiará por el resultado de la revisión del DOE, informó Reuters. “La vicepresidenta cree que debemos tomar decisiones basadas en la mejor información económica y científica, incluidos los impactos proyectados en los costos de la energía, la seguridad energética, el medio ambiente y la salud pública”, dijo el portavoz al medio de comunicación. 

La campaña de Harris no respondió a nuestras preguntas específicas sobre su postura sobre la producción de combustibles fósiles.

Normativa sobre centrales eléctricas y eficiencia energética

Trump, mitin en York, Pensilvania, 19 de agosto: Anuncio hoy que cuando regrese a la Casa Blanca, pondré fin a la cruzada energética antiamericana y pondré fin al llamado gobierno de Kamala sobre las centrales eléctricas. Es un desastre para nuestro país.

Como hemos dicho, una diferencia importante entre las dos últimas administraciones presidenciales ha sido el enfoque de las regulaciones relacionadas con el clima: la administración Trump en general derogó regulaciones y la administración Biden-Harris las restableció y creó otras nuevas. 

Trump habla a menudo de su historial de reducir regulaciones y en sus discursos promete más reducciones. Más allá de sus promesas de reducir las regulaciones sobre emisiones de los vehículos, ha dicho en su Agenda 47 y más recientemente en un mitin en York, Pensilvania, que rescindirá la “regla de las centrales eléctricas” de la administración Biden-Harris. Trump también ha dicho repetidamente durante la campaña electoral que Harris está “cerrando” las centrales eléctricas, a veces citando las regulaciones como la causa.

La administración Biden-Harris ha promulgado una norma que limita las emisiones de carbono de las centrales eléctricas, que ha sido impugnada en los tribunales. El 16 de octubre, la Corte Suprema decidió que la norma podría entrar en vigor mientras se resuelven los casos judiciales. Si se aplica plenamente, la norma exigirá que determinadas nuevas centrales eléctricas de gas natural, así como las centrales eléctricas de carbón que tengan intención de funcionar a largo plazo, utilicen tecnologías como la captura y el secuestro/almacenamiento de carbono para evitar el 90% de sus emisiones de carbono para 2032.

Trump también prometió en la Agenda 47 detener las regulaciones “que impiden a los estadounidenses comprar” estufas de gas, bombillas incandescentes, lavavajillas “de calidad” y “mucho más”.

Bajo la administración de Biden y Harris, el Departamento de Energía publicó normas que fomentan una mayor eficiencia energética de las cocinas a gas, pero estas normas no prohibirían las cocinas a gas. La ley IRA también ofrece reembolsos por la compra de cocinas eléctricas. Otra norma del DOE eliminó gradualmente las bombillas incandescentes, y la agencia también ha establecido nuevas normas de eficiencia energética para los lavavajillas.

No hemos encontrado comentarios de Harris desde el comienzo de su campaña sobre las regulaciones de las centrales eléctricas ni sobre las estufas de gas, las bombillas o los lavavajillas.

Más recientemente, sobre el tema de la eficiencia energética, Trump afirmó que “quieren que todos los edificios de Manhattan no tengan ventanas porque creen que es ecológico” o que “quieren que se derriben edificios de Nueva York y se reconstruyan sin ventanas”.

Sin embargo, las viviendas energéticamente eficientes (que los planes de Harris promuevenpueden tienen ventanas. El plan económico de Harris señala que la ley IRA ofrece a los propietarios de viviendas un crédito fiscal de hasta 600 dólares al año para instalar ventanas energéticamente eficientes.

Traduccion de Google Translate editada por Catalina Jaramillo.

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