Por semanas, Donald Trump sometió a las instituciones democráticas de Estados Unidos a presiones sin precedentes en su empeño por mantenerse en el poder a pesar de haber perdido las elecciones. Las instituciones, no obstante, resistieron a pie firme.

El Colegio Electoral hizo lo suyo y confirmó formalmente la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales. Prevaleció la voluntad del electorado a pesar de las presiones de Trump para alterar los resultados.

“La llama de la democracia fue encendida hace mucho tiempo en esta nación. Ahora sabemos que nada, ni una pandemia ni el abuso del poder, puede extinguir esa llama”, expresó Biden poco después de confirmarse su triunfo y llamar a “darle vuelta a la página”.

La votación del Colegio Electoral fue la afirmación más importante que ha habido hasta ahora de la victoria de Biden y de la integridad del sistema electoral. Sin embargo, Trump y sus aliados dejaron en claro que seguirán cuestionando las elecciones.

Desconocer los resultados debilitaría elecciones libres y numerosos republicanos le han seguido la corriente a Trump hasta ahora, incluidos 126 representantes que llamaron a que la Corte Suprema desconozca las victorias de Biden en cuatro estados clave.

Aunque también hubo algunos indicios de que los republicanos están listos para dar vuelta la página. Varios senadores que se negaban a reconocer la victoria de Biden lo hicieron el lunes, incluido Lindsey Graham, estrecho aliado de Trump y el propio Mitch McConell, líder del Senado.

Los tribunales, incluidos numerosos jueces designados por Trump, fueron particularmente duros al decir que las acusaciones del presidente no tenían sustento alguno. Las demandas presentadas por Trump y sus aliados fueron rechazadas y algunos jueces expresaron poca paciencia con los abogados republicanos.

“Los votantes, no los abogados, son quienes eligen al presidente”, dijo el juez Stephanos Bibas al negarse a frenar la certificación de la victoria de Biden en Michigan, y agregó que la demanda era “descarada”.

Los gobernadores republicanos de Georgia y Arizona fueron tildados de traidores por Trump al certificar la victoria de Biden y el secretario de justicia William Barr, uno de los principales aliados de Trump, dijo que no había indicio alguno de que hubiese habido un fraude. Poco después renunció. La Corte Suprema también le dijo no a Trump.

Los disidentes, sin embargo, son la excepción más que la regla. Buena parte del partido Republicano apoya a Trump o guarda silencio, dándole espacio para cuestionar la integridad del proceso y la legitimidad de la victoria de Biden.