Salvador Reza / Phoenix, Aztlán

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(Donde vive el espíritu de la verdad)

La lucha de los pueblos indígenas es contra el despojo, contra la devastación de nuestra Madre Tierra y contra el genocidio mundial de los pueblos originales que aun después de 500 años en este continente luchan contra las estructuras económicas, políticas, coloniales ejercidas a través de los llamados estados que se sobre impusieron con el desarrollo del capitalismo como instrumentos corporativos para facilitar la extracción de minerales, madera y mano de obra para el beneficio de los estados corporativos.

Sin embargo, dentro de ese desarrollo con el advenimiento de los intentos socialistas promulgados principalmente por Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia, donde se intentó utilizar una parte mayor de las ganancias de la explotación para beneficio social y uso colectivo de tierras, los estados capitalistas utilizan cualquier conflicto o brote de inconformidad para desestabilizar y si es posible derrocar esos estados que no se alinean cien por ciento al orden mundial corporativo integrado formalmente, como las Naciones Unidas, que más bien deberían llamarse Estados Unidos Mundiales.

Y es aquí como un conflicto local generado por las corporaciones operando en un estado opositor a la hegemonía de Estados Unidos, se puede utilizar para desestabilizar, no solo al estado de Nicaragua, sino para borrar los logros de las comunidades indígenas en su defensa del territorio y autonomía como pueblos originarios de esa región.

Una mina de oro dentro de territorio indígena es la causa de la discordia que eleva un conflicto local a niveles internacionales en donde organizaciones con las mejores de las intenciones pueden caer en la trampa imperialista que siempre acecha, esto puede suceder en México, en Colombia o en cualquier parte donde las corporaciones mineras extienden sus tentáculos.

En Nicaragua recientemente hubo una masacre de 11 personas de los pueblos originales operando dentro de su territorio por llamados “colonos” que en un tiempo fueron contras que reclaman que el territorio indígena en realidad no es indígena, porque ellos vivían anteriormente antes de que se estableciera una ley que autoriza ciertos territorios ancestrales a los pueblos originales.

En realidad lo que quieren los colonos es acceso a la mina que beneficia a las grandes corporaciones especialmente con el precio del oro mundial por los cielos.

Con este incidente lamentable, organizaciones no gubernamentales lanzan un ataque internacional contra el gobierno de Nicaragua criticando que no hizo nada por prevenir estos ataques.

El gobierno de Nicaragua reconoció el territorio de los pueblos originales, algo que México ni siquiera ha contemplado y eso enardece a todos aquellos que quieren seguir sacando madera de los bosques y extrayendo minerales.

En el caso de México el robo del agua del Rio Yaqui es algo parecido, donde se crean conflictos impulsados por las grandes corporaciones y se asesinan los voceros oficiales de los Pueblos.

Sin embargo, detrás de todo esto, no está solo derrocar al gobierno de Nicaragua, sino dar marcha atrás a los avances incompletos de los movimiento autónomos de los pueblos indígenas.

Necesitamos ver mas allá de las tragedias para ver que se mueve detrás en la oscuridad de 500 años y que no alcanza todavía a despejar el nuevo sol que aparece en el horizonte.