A medida que crecen los reclamos por abrir la economía durante la pandemia de coronavirus y las teorías de conspiración se esparcen como reguero de pólvora en las redes sociales, los trabajadores de la salud, enfrentan un alto riesgo de infección que pone en riesgo su vida y la de sus familias.
Pero además éstos héroes sin capa, en muchos casos se han visto incomprendidos, menospreciados y hasta agredidos, por personas llenas de ignorancia y frustración, todo, mientras deben lidiar con sus propios problemas e incertidumbres.
Del sueño a la pesadilla
Tal es el caso de Karen García, enfermera de Phoenix quien además de luchar en primera fila contra el COVID-19, también se enfrenta a una batalla legal sobre su estatus migratorio, ya que es “soñadora”.
“Desde que comenzó la pandemia el mes pasado, me he presentado orgullosamente al trabajo todas las mañanas, esperando al igual que todos mis colegas, que nuestro equipo de protección no disminuya durante la pandemia. Estoy aterrorizada de que sin suficientes máscaras y vestidos, lleve el virus a casa, a mi esposo o mis hijos, de 3 y 8 años”, señala.
Karen García llegó a Estados Unidos hace 26 años, cuando ella tenía sólo cuatro, al tiempo descubrió que trabajar duro para cumplir sus sueños no era todo lo que necesitaba en este país, al darse cuenta que era indocumentada.
“Fue muy difícil pensar que todas las cosas que quería hacer no las podía hacer porque no tenía un documento que decía eres ciudadana”, dijo Karen, cuyo caso ha trascendido en los medios de comunicación entre uno de más de 6 mil “soñadores” de Arizona que diariamente se exponen al mantener activos los servicios esenciales.
En el 2012 se aprobó el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) y el programa le amparaba contra una deportación.
“Ese momento nunca se me va a olvidar, entonces pensé que todo era posible, que ahora si podía ir a la escuela para ser enfermera”, dijo García.
Entre algunas becas y trabajando para pagar sus estudios, García está a punto de graduarse en enfermería, aunque ya tiene su licencia y ejerce actualmente en un hospital de Phoenix.
Pero la tranquilidad le duró poco, pues con la llegada de Donald Trump a la presidencia y su ataque directo al DACA, su estatus migratorio pende de un hilo, luego que los desafíos legales pasaron por varios tribunales para finalmente llegar a la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, con aparente tendencia oficial.
Si la Corte falla en favor de la decisión de Trump, los beneficiarios de DACA quedarían desamparados, lo que le agrega más estrés a Karen en momentos de una pandemia mundial y cuando ella es una empleada esencial en primera fila contra el COVID-19.
“El último mes me ha tocado trabajar con este tipo de pacientes, posiblemente infectados con coronavirus, porque es la unidad que me asignaron, si estoy en contacto directo”, explicó García.
Mientras que ella vive diariamente esta crisis del coronavirus en el hospital donde trabaja, también está preocupada por su estatus migratorio al igual que miles de profesionales que están amparados bajo DACA.
Pero García tiene que seguir apoyando a sus pacientes, a su comunidad, a su gente y en su idioma natal.
“También soy un inmigrante bilingüe que vino a Phoenix desde la Ciudad de México con mi familia cuando tenía 4 años, y me enorgullece poder trabajar con la gran cantidad de pacientes que solo hablan español”.
Karen recuerda que quiso estudiar esa carrera, cuando de niña una enfermera atendió a su madre y luchaba por hablar ella en español.
“Me convertí en una enfermera registrada para brindar un mejor servicio a mi comunidad, especialmente durante estos momentos aterradores y sin embargo, como inmigrante indocumentada, mi capacidad para continuar este trabajo y de hecho, mi propia existencia, está amenazada”, señala.
García podría estar en peligro de deportación pese a que su labor es necesaria, incluso en tiempos normales, se estima que Arizona necesitará 1,200 enfermeras más para para satisfacer la demanda proyectada de 99,900 enfermeras al año 2030.
En 2018, había 6,630 enfermeras registradas elegibles para DACA, más de 5,800 asistentes de enfermería y más de 4,500 enfermeras prácticas y vocacionales con licencia.
“Aunque comencé a estudiar para obtener mi licenciatura en enfermería en la Universidad Estatal de Arizona, tuve que abandonar en 2018 cuando la Corte Suprema del Estado consideró que los beneficiarios de DACA no eran elegibles para la matrícula estatal”, recuerda García.
Ese fue otro golpe que los políticos de Arizona le asestaron a los “soñadores”, sin embargo Karen se negó a renunciar a mi sueño de graduarme y ahora busca terminar su título en línea a través de la Universidad de Aspen en Colorado.
“Abogo por mis pacientes todos los días y ahora es el momento de que el Congreso nos defienda: aprobar una legislación que proteja a los soñadores y nos brinde un camino hacia la residencia y la ciudadanía; No es solo lo correcto, sino esencial. Estados Unidos necesita a todas las enfermeras, médicos y asistentes de atención médica, sin importar su estado legal”, finalizó.
En defensa de la salud
En el otro lado de la moneda, una joven enfermera estadounidense fue atacada verbalmente y de forma por demás grosera, tras plantarse frente a una manifestación que exigía la reapertura de la economía de Arizona, llevada a cabo en su mayoría por partidarios de Donald Trump.
Lauren Leander, reconoció que se sintió desanimada por la forma en que los manifestantes la trataron: “Como enfermera, es la primera vez que me siento como el enemigo”, dijo.
Leander fue una de las varias enfermeras que aparecieron en las fotos virales de la protesta y asistió a manifestarse en apoyo de sus pacientes y trabajadores de la salud que luchan contra la enfermedad.
“No creo que me estuvieran gritando solo como enfermera, sino que realmente me gritaban como una representación del sistema de salud o del gobierno o, ya sabes, estas otras ideas que han traído a la mesa”, dijo Leander.
Las fotos de la protesta muestran a personas agrediendo a gritos a Leander y otros profesionales de la salud, que llegaron con uniformes y equipo de protección personal y se plantaron a las puertas del Capitolio.
“Fue muy desalentador porque no se alinea con quienes somos como trabajadores de la salud”, afirmó.
Cientos de manifestantes se reunieron en el Capitolio para argumentar que Arizona estaba listo para reabrir a pesar de que las autoridades estatales e incluso el propio Presidente Trump, no dieron instrucciones de esa naturaleza.
“No estuvimos de acuerdo con ellos. Esta no es la forma de reabrir el país, quédese en casa, siga estas reglas y permítanos ayudarlo”, dijo Leander.
La orden de quedarse en casa de Arizona, que entró en vigencia el 31 de marzo y fue diseñada para reducir la propagación del coronavirus, expira el 30 de abril, al cierre de la edición se esperaba la decisión del Gobernador respecto a la reapertura de los negocios, algo que, en su totalidad, se veía improbable, pese a que otros estados sí lo han hecho.
Ducey tenía tres posibles escenarios: dejar que la orden caduque, extenderla en su forma actual, o modificarla.
Leander dijo que no tiene ninguna mala voluntad hacia las personas que hablaron en su contra y que no dudaría en tratarlos.
“Si estas personas aparecieran en mi UCI mañana, las cuidaríamos con los brazos abiertos en un instante”, dijo Leander.
Lauren se quedó en silencio mientras los manifestantes la llamaba “enfermera falsa” y “actor pagado”, entre otras cosas.
Incluso la presidenta del Partido Republicano de Arizona, Kelly Ward, irónicamente doctora que prefirió la política, publicó en su cuenta de Twitter que se trataba de actores pagados y cuestionó la espontaneidad con la que estos trabajadores aparecieron en el Capitolio para llevar a cabo la contraprotesta.
También irónicamente, la “enfermera actriz” había pasado muchos días en la unidad de cuidados intensivos atendiendo a los pacientes más enfermos en soporte a quienes no tienen voz propia.
También representaba a los miles estadounidenses que han muerto hasta ahora, pero también a sus colegas; enfermeras, terapeutas, técnicos, personal de limpieza, médicos y seguridad entre otros.
Lauren defendió incluso a esos mismos manifestantes que le arrojaron obscenidades, pues en caso de que contraigan la enfermedad y la transmiten a sus seres queridos, será una de las primeras caras que verán cuando ingresen a emergencias.
Increíblemente, son muchos aquellos que creen que están siendo despojados de sus libertades civiles, o que se trata de un engaño gigante que los trabajadores de la salud y los medios están sensacionalizando para sus propios intereses.
“Para aquellos que convertirían una pandemia global en un tema partidista retorcido. Para aquellos que tontamente creen que este virus discrimina por ideología política, raza, religión o credo. Te invitamos a pasar un día en nuestra UCI Covid con nuestras enfermeras, terapeutas y médicos”, señaló Lauren.
Por otra parte, los trabajadores de salud, a menudo también son tratados como “apestados” o considerados como indeseables portadores del virus, al grado que algunos han sido agredidos físicamente e incluso rociados con cloro o desinfectante, en acciones completamente irracionales y discriminatorias.

