En abril, un inmigrante de 54 años de México murió luego de varios días febriles en una celda solitaria; en mayo, un hombre de 21 años de la India se ahorcó en una cárcel de Arizona; el 1 de junio, una solicitante de asilo de 25 años llamada Johana Medina León, murió en un hospital de Texas después de casi seis semanas bajo la custodia de la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés).

La muerte de tres detenidos, junto con la publicación de varios informes internos y de vigilancia que documentan las condiciones sombrías en los centros de detención de ICE, han provocado una protesta de defensores que dicen que el gobierno de Trump está empujando a un número creciente de inmigrantes a la muerte.

“Lo que estamos viendo es una expansión imprudente y sin precedentes de un sistema que es punitivo, perjudicial y costoso”, dijo Katharina Obser, asesora principal de políticas de la Comisión de Mujeres Refugiadas, un grupo de defensa.

“El gobierno de los Estados Unidos ni siquiera está haciendo lo mínimo para garantizar que  reciban la atención médica y la atención de salud mental que necesitan”, agregó.

Veinticuatro inmigrantes han muerto bajo custodia de ICE durante la administración de Trump, según un análisis de datos federales y al menos otros cuatro, murieron poco después de ser liberados.

El recuento no incluye a cinco niños, que han muerto bajo la custodia de otras agencias federales.

La reciente ola de muertes se produce cuando el número de inmigrantes bajo custodia federal alcanza un récord pues a principios de junio, ICE estaba deteniendo a más de 52 mil 500 inmigrantes por día en una red en expansión de más de 200 centros de detención en todo el país, frente a unos 34 mil de la administración Obama.

Los inmigrantes detenidos por ICE son detenidos civiles, no criminales, y su detención no pretende ser punitiva, por ello el inspector general del Departamento de Seguridad Nacional reiteró ese hecho en un informe publicado esta semana que encontró “violaciones graves” en los dos centros de detención que inspeccionó, incluidos los nidos en las celdas de los detenidos, la atención médica inadecuada, los alimentos podridos y otras afecciones que pusieron en peligro la salud de los detenidos.

De acuerdo con entrevistas y documentos internos, los empleados tanto de DHS como de ICE han expresado inquietudes acerca de lapsos en la supervisión médica y la negligencia que ponen a los inmigrantes en riesgo de daño o muerte.

El mes pasado, una investigación periodística descubrió que tanto en las administraciones de Obama como en las de Trump, ICE ha colocado a los inmigrantes detenidos que sufren enfermedades mentales o problemas médicos en régimen de aislamiento.