Maritza L. Félix
Periodista
@MaritzaLFélix
maritzalizethfelix@gmail.com
ARIZONA – Trump, el candidato, pateó la puerta y la dejó abierta. Sabía que lo seguirían como si fuera el flautista de Hamelín. Los encantó y no los ha soltado. Lo acompañaron a las urnas y la presidencia. Y siguen embelesados. Los conquistó al son de “construiré un muro y México pagará por él”; los mantuvo cautivos con el “haremos a América grande de nuevo” y ahora los conserva con una letanía que se ha convertido en grito de guerra (¿o campaña?): “regrésense a sus países”. Así es como se controla a las masas que -antes de él- eran extremistas de clóset; así es como se destapa el racismo de una nación.
Falta un año de lo mismo… quizá sean cinco; es muy probable que el republicano consiga la reelección. Su ego no lo dejará pasar a la historia como el polémico presidente de un solo término. No se llena, no se conforma, no para. Se infla, se reinventa, se mantiene siempre a flote. Es un estratega astuto. Tiene colmillos filosos y garras políticas. Tiene dinosaurios blancos. Tiene millones de verdes. Tiene poder. Y tiene -sin pena ni remordimiento- una lista de letanías extensa y dolorosa:
A las mujeres: “cerdas gordas, perras, y animales desagradables”.
“Cuando México nos envían a su gente, no nos envía a la mejor”.
“Construiré un muro y haré que México pague por él”.
“Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”
“No se preocupen, recuperaremos a nuestro país”
“John McCain no es un héroe de guerra. Fue capturado”.
“Países de m*****”.
“Me encantaría ser un negro bien educado”.
“¿Por qué no regresan y arreglan los lugares totalmente destrozados e infestados de crimen de donde vinieron?”.
Y millones les han aplaudido. Se paran de sus asientos para ovacionarlo en los mítines. Sacan las chequeras sin que les tiemblen las manos. Portan con orgullo sus gorras rojas y sus camisetas de MAGA. Lo hacen porque lo creen, porque -como dicen- cuando uno tiene hambre de sueños, se come las mentiras. Estados Unidos es un país de glotones.
¡Ruega por nosotros!
Trump logra que hasta el más ateo crea en algo: en Dios o su ausencia. Unos llegan al grado de adoración. Lo ven como un ser superior que vino a salvarlos de los invasores y hasta de ellos mismos. Otros lo detestan y oran para que entre en razón; algunos hasta lo tachan de demonio. Es una polarización política y de fe, de votos y rosarios.
Pero no hay quién lo detenga, todavía.
Mientras el presidente-candidato avanza en su camino a la reelección, los demócratas se dividen en un frente debilitado por las ambiciones políticas. No hay –aún- una figura con el peso necesario para hacerle frente y derrotarlo. Hay aspirantes moderados con gran potencial contendiendo en uno que no es su momento; algunos demócratas se adelantaron a su tiempo, a otros ya se les pasó.
No hay un candidato que pueda ponerse al tú por tú… aunque hace falta, mucha falta. Y con los embates dentro del mismo partido demócrata, será casi imposible que alguno de los más de 20 precandidatos pueda romper el hechizo del flautista del racismo.
El 2020 será largo y doloroso.
Maritza L. Félix es una periodista, productora y escritora independiente galardonada con múltiples premios por sus trabajos de investigación periodística para prensa y televisión en México, Estados Unidos y Europa.