Salvador Reza

Phoenix, Aztlán

srza@aol.com

602.446.9928

(Donde vive el espíritu de la verdad)

La Selva Amazona arde junto con grandes partes de África, Australia, y el mundo entero. Los cínicos dirán, “siempre ha sucedido”, y en realidad tienen razón, siempre ha sucedido naturalmente con el rayo que descarga su furia eléctrica para mantener el balance natural y regenerar las semillas que repoblaran con el ciclo natural. Sin embargo, hoy en día, más y más, el fuego está conducido por la avaricia del ser humano que incinera la selva para pastizales de ganado que será utilizado para enriquecerse y saciar el apetito desenfrenado de los países “desarrolladores” de carne.

La fauna que duró siglos en desarrollarse se esfuma y deja una mancha negra en el pulmón terrestre que mantiene el balance de vida en todas las especies que aun sobreviven la avaricia de una especie que está fuera de balance con la naturaleza, el ser humano.

En el momento que alguien escribió que Dios dijo, “Procread y multiplicaos y henchid la tierra; sometedla, dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra” (Gn/01/28/), se enajenó de su ser natural y empezó  la destrucción de la tierra y en última instancia de su misma especie.

El ser humano es capaz de utilizar el fuego, el agua, el viento, y la misma tierra como ningún otro ser natural, sin embargo el no ver al resto de la creación como algo del cual el es parte sino como algo superior a ella por estar “hecho a la imagen de Dios” de la misma manera no tiene compasión por el jaguar, el tigre, el mono, la serpiente, los peces, y en su afán de dominio sobre la tierra destruye a sus hermanos y hermanas del paraíso terrenal del que nunca antes habían sido desterrados.

Es por esa razón que en el año 2020 por octava vez se va recorrer el continente entero, desde Alaska hasta Quito Ecuador, correrá la flecha del norte; desde Ushuaia, Argentina hasta Quito, la flecha del sur.

Lo hacemos los pueblos originarios para recordar como seres humanos que el fuego es un elemento sagrado, el fuego te calienta en el frío y te ayuda a cocinar, pero el fuego utilizado con avaricia y con odio destruye lo que nos da vida.

Sin embargo en armonía con nosotros y con la naturaleza el fuego limpia y quema lo que no sirve, sin embargo el fuego nos puede quemar a nosotros mismos como seres humanos si no nos damos cuenta que al igual que somos tierra, somos viento, y somos agua, también somos fuego.

El que no lo crea que se tome la temperatura con un termómetro y se dará cuenta que dentro de el arde una llama que lo mantiene a 98.7 grados Fahrenheit, temperatura que sube y baja de acuerdo a nuestro estado físico hasta que un día se desvanece y se nos va para quedar tiesos y fríos sin el fuego de la vida.

Es por esa razón que recorreremos otra vez el 2020 en honor a la vida, en honor al fuego de la vida, no el fuego de la muerte que algunos desquiciados están abusando y amenazando la humanidad entera con la avaricia humana de creerse Dios y dominar a todas las criaturas del mundo en lugar de armonizarse con ellas.

Allí es donde difiere la sabiduría indígena de la cristiana, nosotros nos vemos como parte de la creación y estamos para armonizarnos con todas nuestras relaciones, no para dominarlas a nuestro antojo inclusive quemándolas vivas como pasa en la Selva Amazona.