Valeria Fernández

Periodista

@valfernandez

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Confieso que nunca me han divertido mucho los “baby showers”. Demasiados colores pasteles, cero bebidas alcohólicas, la obligación de jugar juegos que a veces parecen no tienen sentido alguno y la compra excesiva de ropa nueva de bebé que solo dura lo que una flor.

Pero a todos nos llega la hora, y a mí también me tocó celebrar el “baby shower” de nuestro futuro bebé al punto de mis 32 semanas de embarazo. Una amiga estuvo a cargo de los juegos, otra de la botana, hubo dos que trajeron empanadas argentinas y uruguayas. (Por si no saben lo que son las empanadas, son de lo mejor en el mundo, compiten con las pupusas salvadoreñas y algunas veces hasta con los mejores tacos mexicanos).

Una amiga que acaba de abrir su negocio de venta de plantitas (se llama Tocando Raíces) me trajo macetitas con plantas desérticas para regalarle a los invitados, y no falto quien trajera las sillas y la mesa extra.

En medio de todo eso estaba mi mamá que viajó desde China literalmente para dedicarse a pintar hasta la última esquina del cuarto de su futuro nieto siguiendo las metódicas y obsesivas direcciones que le di al pie de la letra. Me acompañó en cada instante junto con mi suegra y hasta para elegir por capricho el vestido que más me gustaba para la fiesta. A mí, la que siempre renegué de los “baby showers”.

La fiesta fue una explosión de amor y aunque tuvimos la ayuda de mi pareja en todo momento que es un sol, hoy pienso más que nada en lo que todas las mujeres que estuvimos ahí construimos juntas. Cada una con su granito de arena. El “baby shower” se convirtió en una metáfora de las mujeres en mi vida. Muchos dicen que entre las mujeres no es posible la amistad y no es cierto. Las mujeres somos las mejores aliadas de las mujeres, cuando la amistad es solida estamos ahí para llorar juntas, levantarnos y celebrar las vueltas que da la vida.

Pero eso toma tiempo, construir una comunidad, una tribu de amigas me ha llevado los 20 años que he estado en este país. Hay gente que pone en su hoja de vida premios y reconocimientos. Yo puedo poner muchos de esos. Pero no se comparan con lo que siento cuando me veo rodeada de amistades con las que puedo reír, puedo penar y puedo crecer. Esas son las que me van a acompañar en la montaña rusa que se avecina, a la cual me dirijo con los brazos abiertos aunque me aterran las montañas rusas.

¡Qué cosas podemos hacer las mujeres cuando nos juntamos! No hay quien nos pare. Somos dinamita.

Valeria Fernández es una periodista independiente oriunda del mar de Uruguay, pero radicada en el desierto de Arizona desde hace 20 años. Para ella el periodismo es una forma de dedicarse a vivir.